El ave que piratea los nidos ajenos

Autor:
  • Carmen Martínez

 

Es el heraldo de la primavera. Ningún otro pájaro es tan popular, todo el mundo conoce el canto del macho, ese 'cucú' que es el origen de su nombre. El cuco común (Cuculus canorus) es el protagonista de muchas leyendas, aunque su carácter esquivo hace muy difícil su observación. También es conocido porque pone sus huevos en los nidos de otras especies más pequeñas que él, confiando en que éstas críen a los pollos. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe en la sala de Biodiversidad una familia de cucos que fue naturalizada por Julio Patón en 1951.

 

El cuco es un ave migradora que cría en Eurasia y el norte de África, y pasa el invierno en el África subsahariana y en el sudeste asiático. De mediano tamaño, su figura estilizada, su plumaje y su vuelo rápido, recuerdan ligeramente al gavilán (Accipiter nisus). Es un ave forestal que se alimenta de insectos, especialmente larvas de lepidópteros, incluidas las orugas que resultan repelentes para otros pájaros; también consume otras larvas y artrópodos como ciempiés, lombrices de tierra, arañas, etc. Es el parásito de cría más estudiado de Europa.


Las primeras observaciones de cómo los pollos de cuco desalojaban del nido los huevos y las crías de sus hospedadores, se las debemos a Edward Jenner (1749-1823), el descubridor de la vacuna de la viruela. Este médico británico era un gran amante de la naturaleza y empleó sus horas de ocio en estudiar el cuco, un ave que llamaba poderosamente su atención. Jenner se preguntaba por qué, como otras aves, el cuco no construía el nido, incubaba los huevos y sacaba adelante a sus crías. El británico fue elegido miembro de la Royal Society of London en 1788 tras publicar sus observaciones en Philosophical Transactions.


Criar a los hijos es una tarea muy costosa, por lo que no resulta extraño que algunas especies recurran a artimañas para librarse de ese gasto endosándoselo a otros. Alrededor de 100 especies, aproximadamente el 1% de las aves, ponen sus huevos en los nidos de otras especies y dejan que los hospedadores críen sus polluelos: son los parásitos obligados de cría.


En el caso de nuestro protagonista la escena sería la siguiente: una hembra de cuco, situada a una prudente distancia del nido que ha elegido para depositar sus huevos, espera hasta que su anfitrión comience a poner los huevos; después aprovecha el momento en que el nido esté vacío para retirar uno de los huevos y reemplazarlo por el suyo. A partir de este momento se olvida de la futura cría y continúa buscando nuevos nidos en los que repetir la operación. Suele ocurrir que el huevo de cuco eclosiona antes que los huevos del hospedador, momento que el pollo del cuco aprovecha para lanzar fuera el nido los huevos, o pollos, de su anfitrión. La cría de cuco crece rápidamente, y no es raro que su tamaño sea mucho mayor que el de sus padres 'adoptivos' cuando deja el nido.


Se han documentado más de 100 especies parasitadas por el cuco, siendo las más frecuentes el acentor común (Prunella modularis), el carricero común (Acrocephalus scirpaceus), el petirrojo (Erithacus rubecula) y el bisbita común (Anthus pratensis). Las hembras de cuco ponen huevos con diversos patrones de color y suelen elegir los nidos de la especie de ave cuyo patrón de color mimetizan mejor. Normalmente, cada hembra se especializa en parasitar a una especie concreta, probablemente la misma que la cría, por lo que logra imitar con gran maestría sus huevos.


En un estudio reciente llevado a cabo en doce países de Europa y Asia, la presencia del cuco se correlaciona positivamente con la riqueza de especies de aves en ambos continentes, lo que sugiere que el cuco podría ser una herramienta útil para identificar puntos calientes de diversidad de aves, es decir, aquellas áreas con comunidades ricas en aves, y, además, podría ser aplicable en distintos ambientes, ya que el cuco es una especie muy extendida y bien adaptada para vivir en diferentes hábitats. Dada la conexión existente entre el cuco y la cultura humana, bien podría convertirse en una especie insignia para preservar y mejorar la calidad de los ecosistemas, en un momento en el que detener la pérdida de biodiversidad se ha convertido en un problema urgente para la humanidad.


Un viejo dicho señala que el número de llamadas del cuco indica la longevidad de los oyentes. Para probar esta hipótesis unos científicos recopilaron datos sobre las llamadas del cuco, la edad de los agricultores y el tamaño de la granja. La evidencia sugería que las llamadas del cuco pueden revelar información sobre la calidad del hábitat. A su vez, la edad del agricultor se correlacionó directa e indirectamente con el tamaño de la granja y el número de sílabas en las llamadas de cuco. De esta forma, vinculando el folklore a la ciencia, los investigadores han proporcionado una explicación al viejo dicho.


El cuco no sólo está presente en el folklore y en la cultura popular, sino también en la medicina. Por ejemplo, el médico griego Herófilo de Calcedonia (335 a. C. - 280 a. C.), considerado el primer anatomista, dio el nombre de cóccix al pequeño hueso ubicado al final de la columna vertebral, utilizando la palabra griega que denominaba al cuco, debido a la analogía que encontró entre el citado hueso y el pico del ave.


Curiosamente, el cuco no protagoniza ninguna canción infantil, como si lo hace la rana en 'Cucú cantaba la rana...' una canción popular del siglo de oro en España.

 

Referencias bibliográficas:

 

Stoddard, M. C., Kilnerb, R. M. 2013. The past, present and future of 'cuckoos versus reed warblers'. Animal Behaviour, 85(4): 693-699.


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