El cobre de San Bartolo, un testigo de la minería en América

Autor:
  • Carmen Martínez

El cobre fue uno de los primeros metales usados por los humanos y es el tercero más utilizado en el mundo. Es uno de los veinte elementos nativos, minerales en estado puro, que se encuentran en la naturaleza. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe un magnífico ejemplar de cobre nativo de la mina de San Bartolo en el desierto de Atacama. Esta pieza histórica de la colección de Geología, forma parte de los objetos colectados en la Expedición al Pacífico.
 

Según el Diccionario Geográfico de las Indias Occidentales (1786), el desierto de Atacama es un despoblado grande de la provincia de Atacama, en el que se dividen los reinos de Perú y Chile. Durante mucho tiempo solo fue un lugar de tránsito entre ambos reinos, en el que muchos españoles perecieron por la falta de agua.

CobijaDiego de Almeyda fue el primer explorador del desierto de Atacama, al que seguirían muchos otros después. Era hijo de un noble portugués que a finales del siglo XIX se había instalado en la ciudad de Copiapó, capital de la región de Atacama, para dedicarse a la industria minera. En 1824, este hombre del desierto, como se le conocería, partió de Copiapó con una mula y una pequeña provisión de agua y charqui (carne deshidratada típica de la región andina que se ha usado desde la época precolombina), y se adentró en este mar de soledad, calor asfixiante durante el día y ambiente gélido en la noche. Almeyda descubrió el yacimiento de cobre San Bartolo, cerca de San Pedro de Atacama, a finales de los años treinta.

Pero fue el naturalista alemán Rudolfo Amando Philippi, quien iniciaría el camino hacia el conocimiento científico del desierto de Atacama. Sus descripciones de la flora y fauna, así como el enfoque antropológico y cultural que aportó, fueron pioneros en la literatura sobre este desierto. Philippi viajó en el verano de 1853-1854 al desierto de Atacama, comisionado por el Gobierno de Chile. En este viaje contó con Almeyda como guía, ya que éste, además de gran explorador, era cateador, como se conocía a los buscadores de vetas mineras.

Entre las primeras referencias a San Bartolo también hay que mencionar las del naturalista y explorador suizo Johann Jakob Von Tschudi, quién en 1858, durante su viaje por la cordillera de los Andes entre Córdoba (Argentina) y Cobija (Bolivia), comenta que el gran atractivo de las minas de cobre de San Bartolo reside en que el metal es fácil de extraer por encontrarse en estado nativo, como una arena de cobre (barrilla). Con un simple proceso de molido y lavado se podía separar el metal de la arena. Una vez lavado, se empaquetaba en pequeñas bolsas y se llevaba a Cobija, que fue un puerto de Bolivia hasta su ocupación por las tropas chilenas en febrero de 1879, durante la Guerra del Pacífico.

cobre san bartolo

Las minas de cobre, en las que habían trabajado los indios precolombinos, fueron abandonadas después de la conquista española. Volvieron a explotarse en 1818, cuando un inglés adquirió las pertenencias, es decir, las concesiones mineras para explotar las minas, y, con la ayuda de mineros alemanes, instaló mesas vibradoras que dieron muy buenos rendimientos. A mediados del siglo XIX se produjo el gran auge de la minería del cobre y las ricas menas de San Bartolo fueron explotadas por distintas compañías.

Botanico 1866Al ser un yacimiento codiciado, suscitó el interés de distintos empresarios. Philippi comparó esta mina con el célebre Corocoro del altiplano boliviano, que llegó a ser uno de los yacimientos de cobre más importantes de Bolivia. Diego de Almeyda se había asociado en 1848 con otros empresarios para explotar San Bartolo, estableciendo allí un trapiche –molino para triturar los minerales- y algunas faenas. Continuaría con la explotación, en la segunda mitad del siglo XIX, la compañía de los españoles Hnos. Artola, dedicada a la extracción, compra y transporte de minerales, que fijó su centro de operaciones en Cobija. A finales de siglo, explotaría la mina la compañía de los hermanos Walker, descendientes de un inglés llegado a Copiapó a mediados del siglo XIX.

El desierto de Atacama también sería explorado en 1863, durante la última de las grandes expediciones españolas enviadas a América: la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Fernando Amor, fue elegido vicepresidente y naturalista principal de la expedición, y según el artículo 9 del Reglamento de la Comisión Científica de la Escuadra del Pacífico, cuya copia se conserva en el Archivo del MNCN (Sig. ACN0043/770/001), tenía que ocuparse de la recolección de insectos y arácnidos, minerales, rocas y fósiles. Fue en Copiapó, donde Fernando Amor realizó interesantes estudios geológicos y reunió una magnífica colección de minerales de cobre, plata y oro. Casualmente sería en el desierto de Atacama, donde Amor contraería la enfermedad que acabaría con su vida meses después en California.

En junio de 1863, llegaron al puerto de Cobija Fernando Amor y otros dos expedicionarios: Patricio María Paz y Membiela y Francisco de Paula Martínez y Sáez. Allí fueron obsequiados por el señor Artola, representante de la compañía Artola que, por aquel entonces, explotaba las minas, y José María Insausti, cónsul de España en Cobija, quien les regaló un soberbio ejemplar de cobre nativo, extraído de las minas de San Bartolo, que pesaba más de seis arrobas (unos 70 kg.) y que, probablemente, era único en el mundo.

El mineral fue enviado a Valparaíso para ser incorporado a las colecciones que se embarcaban al Museo de Ciencias Naturales. En el archivo se conserva el documento de la Real Orden del Ministro de Fomento al Director del Museo de Ciencias, para que recoja un trozo de cobre nativo que ofrece al gabinete el Cónsul de España en Cobija, junto con un oficio de Miguel Colmeiro agradeciendo el regalo (Sig. ACN0258/003).

Esta magnífica pieza fue exhibida entre el 15 de mayo y el 30 de junio de 1866 en la exposición sobre la Expedición Científica al Pacífico que se celebró en el Real Jardín Botánico. Desde entonces permanece en el MNCN, ilustrando un fragmento de nuestra historia en el continente americano.

Referencias bibliográficas:

Aldunate, C., Victoria, C., Varela, V. 2008. San Bartolo y Cobija: Testimonios de un modo de vida minero en las tierras altas y la costa de Atacama. Estudios Atacameños, 35: 97-118. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-10432008000100006

Almagro, M. Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión Científica enviada por el gobierno de S.M.C. durante los años de 1862 a 1866. Imprenta y Estenotipio de M. Rivadeneyra, Madrid.

Bermúdez Miral, O. 1960. Los exploradores del desierto de Atacama. En Viaje, Año XXVII, Nº 323. En EcoAntropología http://eco-antropologia.blogspot.com/2010/12/conociendo-los-viajeros-del-desierto-de.html

Larraín, H. 1994. Aportes de Rodulfo Amando Philippi al conocimiento del ethos y cultura de las etnias indígenas del norte de Chile. Homenaje al cumplirse los 90 años de su muerte. Revista de Ciencias Sociales, 4: 3-18.

Perejón, A. 2012. Fernando Amor y Mayor (1823?-1863), nuevos datos para su biografía y análisis de las aportaciones geológicas de su obra. Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat. Sec. Geol., 106: 53-84.
 

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