El meteorito más antiguo caído en España

Autor:
  • Carmen Martínez

 

Es el único de los tres meteoritos recolectados en la península ibérica en el siglo XVIII que se conserva. Cayó en noviembre de 1773 en los alrededores del Real Monasterio de Sigena, Huesca. Ingresó en el Real Gabinete de Historia Natural en 1774 y fue el primer meteorito de la colección de geología. Hoy puede verse en la Sala de Meteoritos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).

 

Villanueva de Sigena es un pequeño municipio oscense de apenas 500 habitantes. Es la localidad natal de Miguel de Servet, el primer científico que describió la circulación pulmonar y que fue quemado en la hoguera por hereje en 1553. En este municipio se ubica uno de los monasterios más ricos y bellos de Aragón: el Real Monasterio de Santa María de Sigena, que fue fundado por la reina Sancha de Castilla en 1188 y sirvió de depósito de una parte del tesoro real, como archivo monástico y panteón real.


Desde el punto de vista científico, Sigena forma parte de la historia de la geología por ser el lugar donde cayó uno de los meteoritos más antiguos y mejor documentados que se conservan (Archivo histórico del MNCN, Carpeta 169). Al meteorito de Sigena también se le conoce por los nombres de Sena, Sena de Aragón y Villanueva de Sigena. Cayó en la huerta de Sena, en las inmediaciones del Real Monasterio de Sigena, entre las 12 y las 13 horas del 17 noviembre de 1773.


Era un día tranquilo, en el que no se atisbaban signos de tormenta. De repente, se oyó un ruido extraordinario e inmediatamente después cayó una piedra de 'nueve libras y una onza' (3.186 g) cerca de dos paisanos que se encontraban en sus tierras de labor. La piedra produjo un pequeño hoyo en la tierra y después rebotó, depositándose a pequeña distancia. Uno de los hombres se acercó al lugar de la caída, aunque retrocedió por el olor fétido que emanaba de aquel punto. Algo después, recogió el meteorito y se lo llevó al cura de Sena, que se quedó con él.

 


Cuando se corrió la voz, muchos vecinos fueron a ver la piedra, arrancándole pequeñas porciones para enseñárselas a sus familiares y amigos. La caída del meteorito llamó poderosamente la atención de Antonio Aguirre, médico del cabildo de la catedral de Tarazona, que escribió una carta sobre el suceso que tituló: 'Carta Filosófica sobre un Fenómeno de los más peregrinos de estos tiempos...', y que se publicó en Zaragoza en 1774. Aguirre describió así el meteorito: 'muy semejante a la escoria del hierro, sacada de la Fragua, o al Antimonio muy atezado'. Según el médico, la piedra fue arrojada por unas nubes débiles y sueltas; hay que recordar que en España no se aceptó el origen extraterrestre de los meteoritos hasta mediados del siglo XIX.


Pero la caída del meteorito también atrajo la atención del capitán general de Aragón Antonio Manso quien, después entrevistarse con diversos eruditos, encargó una investigación a la justicia de Sena y reclamó la piedra. Por su parte, el alcalde de Sigena también hizo sus propias averiguaciones y elaboró un expediente sobre el caso. El capitán Manso entregó el meteorito junto con el expediente a la Casa Real el 5 de febrero de 1774, los cuales pasarían después a formar parte al Real Gabinete de Historia Natural. Fue el primer meteorito de la colección de geología, ya que la excelente colección de Franco Dávila, que fue el germen del Real Gabinete, no disponía de ningún meteorito.


Sin duda, el meteorito de Sigena era una oportunidad fantástica para ilustrar un acontecimiento tan relevante de la historia natural. Así lo entendió el Secretario de Estado del rey Carlos IV, Pedro Cevallos, quien dio permiso al químico Luis Proust para analizar el meteorito. En 1804, Proust publicó los resultados del análisis junto con los pormenores de la caída, dando así a conocer al mundo la caída del meteorito. Resulta curioso que Proust estuviese convencido que se trataba de materia terrestre proyectada al espacio, puesto que en su opinión los elementos que componían los aerolitos no podían crearse ni conservarse disueltos en la atmósfera; por ello supuso que debían proceder de la tierra que rodeaba a los polos, de la que habrían sido arrancados por alguna causa violenta.


Además del ejemplar principal, que tras algunas extracciones pesaría 3.051 g, se recuperaron cinco pequeños fragmentos, cuyo peso se desconoce; se presume que el peso total del meteorito estaría en torno a los 3,5 kg. Del peso inicial ingresado en el Museo, un 53,6% se conserva en el MNCN, un 16,6% se encuentra en otros museos, y el resto, un 29,8%, se ha extraviado. De acuerdo con la nomenclatura moderna el meteorito de Sigena es una condrita H4.


Referencias bibliográficas:


Aragonès, E., Martín Escorza, C., Ordaz, J. 2006. Bólidos observados y meteoritos caídos en la Península Ibérica durante el siglo XVIII. CES.XVIII, núm. 16: 5-50.


García Guinea, J., Martín Escorza, C., Fernández Hernán, M., Sánchez Muñoz, L., Correcher, V., Sánchez Chillón, B., Tormo, L. 2006. Meteoritos españoles del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Estudios Geológicos, 62 (1): 11-30.


Paluzíe Borrell, A. 1951. Meteoritos españoles. Urania, 225: 1-24.


Pérez Mateos, J. 1954. Revisión, por análisis espectroquímico, del estudio de los meteoritos españoles que se conservan en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat., 52: 97-119.


Proust, L. 1804. Análisis de una piedra meteórica caida en las inmediaciones de Sixena, en Aragon el 17 de noviembre de 1773. Madrid.