La osa hormiguera que cautivó a Su Majestad

Autor:
  • Carmen Martínez

Fue el primer ejemplar de este mamífero americano que se exhibió en Europa. Lo único que conservamos de tan singular animal es un espléndido lienzo encargado por el rey Carlos III al pintor alemán Anton Raphael Mengs, que puede verse en la exposición del Real Gabinete del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).


La exploración del Nuevo Mundo abrió una ventana a una fauna desconocida y sorprendente que cautivó la atención de la vieja Europa. Carlos III siempre manifestó un gran interés por los animales, especialmente si eran exóticos. Los documentos que se conservan en los archivos acreditan que tuvo una gran variedad de animales procedentes de las colonias españolas en América, Filipinas y norte de África, que incluían elefantes, dromedarios, llamas, tigres, leones, pelícanos, etc. Sabemos que el envío de criaturas exóticas se intensificó en la década de 1770, especialmente después de inaugurarse el Real Gabinete de Historia Natural en 1776, gracias a las órdenes emitidas desde España para que las autoridades americanas colaborasen en el enriquecimiento de las colecciones del Real Gabinete.

osa hormiguera cuadro


Una de las más curiosas fue el oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla), también conocido como oso palmero, tamanduá o yurumí. Se trata de un animal solitario que puede alcanzar dos metros de longitud gracias a su larga cola. Cuando duerme la dobla sobre su cuerpo, por lo que recuerda a un perro dormido, tal y como se aprecia en el cuadro. Pero lo que más llama la atención es su hocico largo y desdentado del que sale una fina lengua, de hasta 60 cm, recubierta de una sustancia viscosa que le permite atrapar su alimento preferido: hormigas y termitas. Es muy sensible a las altas temperaturas, por lo que necesita descansar y refugiarse durante las horas más calurosas del día. Aunque hace doscientos años se podía encontrar en gran parte de América central y Sudamérica, hoy se considera el mamífero más amenazado de Centroamérica y es probable que se haya extinguido en Belice, Guatemala y Uruguay.


La protagonista de nuestra historia es una hembra que había sido capturada en los alrededores de Buenos Aires y que tuvo la fortuna de resistir la larga travesía desde América. Generalmente había pocas esperanzas de que esto ocurriese, por lo que junto a los animales se remitían también dibujos y retratos que pudieran sustituirlos en el caso de que murieran, como le ocurrió al oso hormiguero enviado desde Maracaibo en 1751, del que se conserva un dibujo en el Archivo General de Indias.

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Después de unos ochenta días de navegación, el 7 de junio de 1776 llegó a Cádiz la osa hormiguera que había sido embarcada en la fragata mercante Victoria. Pero en el puerto gaditano no concluyó el penoso viaje, ya que aún le quedaba un mes de dura travesía en carro por los caminos de Andalucía y Castilla hasta llegar a su destino en la capital del reino. Gracias al naturalista Félix de Azara sabemos cómo consiguieron que la osa hormiguera llegara viva a España; según parece, la alimentaban con una papilla hecha con migas de pan, carne picada, leche y harina disuelta en agua.


Una vez en Madrid -serían los primeros días de julio de 1776- la llevaron al Palacio Real para que Carlos III pudiera verla. Tal vez llame la atención el lugar elegido para mostrársela; una de las salas de lo que se conocía como cuarto del rey, aunque, por otra parte, no es de extrañar, ya que allí convivía con decenas de mascotas de lo más variopintas. Al monarca le sorprendió gratamente su mansedumbre y pidió que la trasladaran a la Casa de Fieras del Buen Retiro. Su manutención no resultó fácil, ya que esta especie se alimenta de hormigas y termitas, muy abundantes en su hábitat natural, estimándose que puede llegar a consumir unas 35.000 al día. En su cautiverio madrileño el menú consistía en unas cinco o seis libras de carne en pedazos pequeños. El infortunado animal apenas sobrevivió siete meses, muriendo a finales de enero de 1777. Cuando falleció, su cuerpo fue trasladado urgentemente al Real Gabinete para ser naturalizado, probablemente por Francisco de Eguía, que era el primer disecador.


La curiosidad que este peculiar mamífero despertó en la sociedad madrileña traspasó nuestra frontera, si bien tuvieron que pasar casi ochenta años para que se exhibiese en Europa un oso hormiguero vivo. En 1853 podía verse un ejemplar en una pequeña tienda en Bloomsbury, el barrio donde se ubica el Museo Británico. Dos años después lo compraría la Sociedad Zoológica de Londres para exhibirlo en el zoo londinense. El periódico británico The Times lo describió como el animal más notable que había adquirido el zoológico desde el hipopótamo, mientras que para el novelista Charles Dickens era "una maravilla zoológica”.


Su interés científico era evidente, por lo que el dibujante y disecador del museo Juan Bautista Brú decidió incluir la osa palmera, como la llamaban los españoles en América, en su Colección de láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid. Esta obra publicada entre 1784 y 1786 se considera la primera obra científica del Gabinete. Brú acompañó la ilustración con una descripción del animal, pero hasta 1855 no tuvimos datos precisos de su anatomía gracias al trabajo que el conocido anatomista británico Richard Owen publicó en The Annals and magazine of natural history; zoology, botany, and geology. En cualquier caso, la obra de Brú refleja la importancia del Real Gabinete en la historia de la ciencia europea del último tercio del siglo XVIII.


Según relata el naturalista suizo Juan Mieg, el animal naturalizado y su retrato se exhibieron en la sala de mamíferos del Real Gabinete al menos desde febrero de 1777 hasta 1818, cuando se pierde su rastro. Hoy solo nos queda el cuadro, que fue pintado del natural en julio de 1776. Se trata de un lienzo de grandes dimensiones (1,05 x 2,09 m) con una factura excelente, en el que se muestra a la osa hormiguera en dos posturas distintas: una de perfil, donde se aprecian bien su lengua y las garras de sus patas delanteras, y otra mientras duerme, enrollada sobre sí misma. Este tipo de representación era común en las publicaciones de historia natural de la época.

orden pago cuadro
En una orden fechada el 17 de septiembre de 1776, que se conserva en el Archivo del Palacio Real, se dispone que se entreguen a D. Antonio Rafael Mengs, primer Pintor de Cámara de Su Majestad el rey, quince doblones de sesenta reales para que se le den a un pintor que ha copiado al natural el oso palmero que está en el Buen Retiro. ¿Quién fue entonces el autor del cuadro? Indudablemente, se trata de un pintor del taller de Mengs.


Goya fue discípulo del pintor alemán. Javier Jordán de Urríes, especialista en la pintura de Mengs, ha encontrado semejanzas entre algunos elementos del cuadro de la osa hormiguera, como rocas, árboles, sombras, colinas y la paleta de colores pastel, con ciertas formas paisajísticas de las pinturas que Goya hizo en esa época, lo que le ha llevado a afirmar que “La osa hormiguera de Su Majestad sería el primer, y exótico, retrato de encargo regio pintado por Goya y la primera de sus obras en un museo de Madrid” en un artículo publicado en 2011 en la Revista Goya.


Afirmando nuestra voluntad de difusión de la ciencia y la cultura, el lienzo, que estaba en el despacho del director del Museo, se exhibe en la exposición del Real Gabinete. Además, ahora existe la posibilidad de contemplar el cuadro a una altísima resolución y deleitarse con detalles que de otro modo serían inapreciables, gracias a la aplicación Second Canvas; solo hay que pinchar aquí. Los conservadores del Archivo y del Servicio de Audiovisuales del museo han enriquecido la experiencia con una narración interactiva que se detiene en los detalles, las técnicas, la iconografía y el contexto histórico y artístico.


¿Crees que el lienzo puede ser obra del pintor de Fuendetodos?

 

Referencias bibliográficas:


Bru de Ramón, J. B. 1784-1786. Colección de láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid. Tomo I y Tomo II.


Gómez-Centurión, C. 2009. Curiosidades vivas. Los animales de América y Filipinas en la Ménagerie real durante el siglo XVIIII. Anuario de Estudios Americanos, 66 (2): 181-211.


Jordán de Urríes, J. 2011. Un Goya exótico: La osa hormiguera de Su Majestad. Revista Goya, 336: 242-253.


Mazo, A. 2006. El oso hormiguero de su majestad. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 58 (1): 281-294.


Mieg, J. 1818. Paseo por el gabinete de Historia Natural de Madrid. Imprenta de D. M. de Burgos, Madrid.
Muñoz, T., de las Heras, B., Garvía, A., Castelo, L. 2014. Un oso hormiguero para el Real Gabinete. NaturalMente, 12: 69-84.


Owen, R. 1855. On the anatomy of the Great Anteater (Myrmecophaga jubata). The Annals and magazine of natural history; zoology, botany, and geology, 91: 374-377.