La rana fósil que está en los mejores museos del mundo

Autor:
  • Carmen Martínez

 

La rana Pelophylax pueyoi del yacimiento de Libros (Teruel) es un anfibio fósil verdaderamente singular. Su estado de conservación es tan bueno que en algunos ejemplares es posible ver todos los huesos articulados, su contenido estomacal y apreciar estructuras tan delicadas como los ojos de las larvas, el tejido muscular e incluso la médula ósea. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe varios especímenes de esta rana del Mioceno superior en las exposiciones Biodiversidad y en Minerales, fósiles y evolución humana.

 

Hace unos 10 millones de años en la localidad aragonesa de Libros existía un lago. Los bordes de esta laguna endorreica eran zonas pantanosas en las que se encontraban unas ranas verdes que vivían en las charcas. El yacimiento de Libros es peculiar porque en el proceso de fosilización intervino el azufre, que era de origen volcánico. Este azufre contaminó la laguna y provocó una mortandad masiva. La falta de oxígeno en la zona más profunda del lago evitó la descomposición completa de los animales y plantas que caían hasta el fondo.


Durante años los paleontólogos han intentado averiguar cómo se forman este tipo de yacimientos, que se caracterizan por la excepcional conservación de los restos fósiles. Se ha podido comprobar que la presencia de comunidades microbianas ralentiza la descomposición de los cadáveres. Estudios recientes confirman que la preservación de los tejidos blandos va a depender finalmente de factores anatómicos y fisiológicos, y de los microambientes que se generan en los órganos y tejidos de los individuos durante la descomposición.


Los restos fósiles de Pelophylax pueyoi eran muy frecuentes en las rocas de una antigua mina de lignito y azufre que se explotó durante la primera mitad del siglo XX en Libros. En 1920, el entonces director de la empresa que explotaba la mina, Celedonio José Pueyo, envió unos ejemplares de dicha rana a un jesuita de Zaragoza, Longinos Navás, que era un entomólogo muy conocido. Navás se entusiasmó con los fósiles y visitó la mina para colectar más, gratificando a los trabajadores que le guardasen ranas. De este modo consiguió reunir un gran número de especímenes y en 1922 describió la especie, a la que en agradecimiento a su donante llamó Rana pueyoi. El holotipo de Pelophylax pueyoi, es decir, el espécimen que utilizó Navás para nombrar la especie, se conserva en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza.


La publicación de la descripción científica fue replicada por el geólogo y conservador del Museo Nacional de Ciencias Naturales José Royo Gómez, que criticó la edad atribuida al yacimiento y la falta de preparación paleontológica del autor. La ausencia de entendimiento entre ambos científicos motivó que muchos de los fósiles que había recuperado Navás fueran a parar a museos extranjeros, como el de Londres.


En el pasado siglo, estas ranas se hicieron muy populares y se convirtieron en objeto de coleccionismo. Hasta el año 1958, en el que se clausuraron las minas, iba gente de Teruel, sobre todo del colegio La Salle, a comprar las ranas a los mineros. Según relata el hermano Emilio Castro, profesor del citado colegio, él mismo llegó a conseguir unas 275 ranas. Como anécdota comenta que para el III Cursillo Internacional de Paleontología celebrado en Sabadell en 1956, proporcionó a los organizadores 60 ranas fósiles que se repartieron durante la cena de clausura del cursillo; también confiesa que llegaron a acusarle de que las falsificaba.


Según el paleontólogo del MNCN Borja Sanchiz, estas ranas fósiles constituyen un buen ejemplo de lo que hay que conservar cuando no se puede estudiar. En los años 20 del pasado siglo, cuando se descubrieron, no se podían estudiar porque se carecía de las herramientas para comparar los esqueletos. Hasta el año 1977 no se supo que P. pueyoi era una rana verde. Y ha sido en este siglo, a partir de 2006, cuando gracias al microscopio electrónico se han podido examinar en detalle las partes blandas, como por ejemplo los pulmones, llegando a identificar en 2012 el tuétano de la médula, lo cual es algo realmente único. Sanchiz propone que en los museos haya una categoría de piezas singulares excepcionales, como estas ranas, porque nunca más se va a volver a encontrar algo igual.


Quien no pueda visitar el Museo tiene la posibilidad de contemplar en detalle uno de los ejemplares de su colección en este enlace.


Referencias bibliográficas:


Canudo, J. I. 2017. The collection of type fossils of the Natural Science Museum of the University of Zaragoza (Spain). Geoheritage. https://doi.org/10.1007/s12371-017-0228-1.


Iniesto Rodríguez, M. 2015. Microbial mats: the implication of these microbial communities in early stages of fossilization. Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid.


Meléndez Hevia, G., Peñalver Moyá, E. 2002. El Patrimonio paleontológico de Teruel. Instituto de Estudios Turolenses, Diputación de Teruel.


McNamara, M. E., Orr, P. J., Kearns, S. L., Alcalá, L., Anadón, P., Peñalver-Mollá, E. 2006. High-fidelity organic preservation of bone marrow in ca. 10 Ma amphibians. Geology, 641-644.


McNamara, M. E., Orr, P. J., Kearns, S. L., Alcalá, L., Anadón, P., Peñalver-Mollá, E. 2009. Soft-tissue preservation in Miocene frogs from Libros, Spain: insights into the genesis of decay microenvironments. Palaios, 24 (2): 104-117.


Martín, C., Alonso-Zarazaga, M. A., Sanchiz, B. 2012. Notas nomenclaturales sobre anfibios actuales y fósiles. Graellsia, 68(1): 159-180.


Navás, L. 1922. Algunos fósiles de Libros (Teruel). Boletín de la Sociedad Ibérica, 21-4 (3-4): 52-61.