Unas tortugas titánicas que se paseaban por Madrid

Autor:
  • Carmen Martínez

Eran más grandes que las tortugas terrestres que hoy podemos ver en las Islas Galápagos. Son tantos los restos fósiles encontrados en algunos lugares, que se piensa que formarían grandes manadas durante el Mioceno. Su crónica aúna ciencia, fotografía, parapsicología, historia… El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) conserva una de las mejores colecciones de la tortuga gigante que vivió en Europa.

tortugas palencia

Las primeras referencias documentadas sobre estas tortugas datan de 1872, cuando el zoólogo Ignacio Bolívar comunicó a la Real Sociedad de Historia Natural que en una excursión que había realizado con otros colegas a la Casa de Campo (Madrid), habían encontrado una tortuga incrustada en el cauce del arroyo de los Meaques; por el fragmento que quedaba a la vista calculaba que tendría metro y medio de longitud. En su opinión, este hallazgo era importante porque llenaba un vacío en el conocimiento que se tenía sobre la fauna del período Terciario en los alrededores de Madrid. Hasta entonces no se habían encontrado estos reptiles y solo se sospechaba su existencia por un fragmento recogido por el ingeniero de Minas Casiano de Prado, quien en 1862 había descubierto el yacimiento paleolítico de San Isidro en Madrid.

tortuga amoedo
Tendrían que pasar tres décadas para volver a tener noticias de estas enormes tortugas. Francisco Vidal y Careta, catedrático de Geografía y Geología de la Universidad Central de Madrid, publicó un artículo titulado “Un buen hallazgo por sugestión” en el que relata una curiosa anécdota sobre las tortugas gigantes de Madrid. Vidal cuenta que en la clase del 25 de enero de 1906 al explicar la flora y la fauna de las Islas de los Galápagos comentó que el nombre del archipiélago se debía al gran número de tortugas terrestres que vivían allí. Le llamó la atención el gran interés mostrado por uno de sus alumnos, Antonio de Zulueta, que una vez terminada la clase le reveló cuánto le había interesado. Solo tres semanas después, Zulueta y su compañero de estudios Eduardo Amoedo encontrarían casualmente en un cerro en Vallecas una tortuga similar, en lo que a dimensiones se refiere, a las que viven en las Islas de los Galápagos. Y aquí es donde entra en juego la parasicología, Vidal pensó que en este feliz hallazgo había tenido lugar un fenómeno de sugestión, de transmisión del pensamiento (telepsiquia) del profesor al alumno. Poco tiempo después, Zulueta y Amoedo comunicaron el descubrimiento del ejemplar a la Real Sociedad de Historia Natural y su cesión al Museo.

tortuga mauricio
Durante el primer tercio del siglo XX continuaron apareciendo restos fósiles de tortugas gigantes en Madrid y en otras provincias españolas, especialmente en la meseta castellana: Palencia, Valladolid, Ávila, Segovia, Toledo… Vivían en ecosistemas cálidos, a veces áridos, pero siempre en la proximidad del agua y de la vegetación de la que se alimentaban, con la que parcialmente cubrían sus necesidades hídricas. En 1917, el célebre paleontólogo Eduardo Hernández Pacheco publicó una nota sobre el hallazgo de tortugas fósiles en los terrenos miocenos de Alcalá de Henares, que pretendía ser un avance de la descripción de una nueva especie, también presente en otras localidades. Incluida en el género Testudo, que entonces era un cajón de sastre que reunía a muchas de las tortugas terrestres de varios continentes, la llamó Testudo bolivari en homenaje al director del MNCN, Ignacio Bolívar.

royo molina pacheo
Hernández-Pacheco y José Royo Gómez, que en aquel entonces era profesor de Trabajos Prácticos de Mineralogía en el Museo, citaban a esta tortuga gigante en sus artículos, pero sin ofrecer descripciones detalladas. Ambos paleontólogos trabajaron, junto con el preparador Francisco Molina, en la extracción de sus restos fósiles en distintos yacimientos y en la reconstrucción del material para su exhibición en el Museo. En el archivo se conservan numerosas fotografías que documentan su labor. En octubre de 1933, Royo Gómez, acompañado por el brillante geólogo, Vicente Sos Baynat, extrajeron varios ejemplares en Arévalo (Ávila), que, junto con otros restos depositados en el MNCN, le permitieron realizar una descripción más completa del caparazón, así como aportar datos sobre el cráneo. Lamentablemente, la Guerra Civil española impidió que continuasen sus investigaciones.


Ochenta años después ha sido posible esclarecer la situación taxonómica de esta tortuga gigante. Ahora se sabe que el género Cheirogaster, en el que había sido ubicada en los años ochenta del pasado siglo y que agrupaba a todas las tortugas terrestres medianas y gigantes europeas, ha quedado restringido a una única especie de unos 40 cm que vivió en Francia hace unos 35 millones de años. Una investigación reciente ha permitido describir un nuevo género, Titanochelon, que engloba a las tortugas terrestres de gran tamaño que vivieron en Europa y Asia occidental, hace entre veinte y dos millones de años. La especie española, Titanochelon bolivari, es la mejor representada de todas las tortugas gigantes europeas, habiendo sido seleccionada como la especie tipo del género, que sirve para describirlo, y la localidad tipo es Alcalá de Henares.

lectotipo alcala
Los fondos de los museos muchas veces albergan material valiosísimo que por falta de medios y personal no se ha podido investigar. Es el caso de los numerosos restos fósiles de estas tortugas gigantes que se conservan en la colección de paleontología del MNCN, que dejaron de estudiarse al estallar la Guerra Civil. Durante décadas este material se consideró destruido o perdido y muchos fragmentos de estas tortugas estaban mezclados sin referencias claras sobre su origen. Un minucioso análisis de la abundante documentación fotográfica inédita que se conserva en el Archivo del MNCN, unido al estudio de los manuscritos no publicados de los investigadores, ha permitido identificar y catalogar el material que se estaba recuperando. Y así, se ha podido concluir el trabajo pionero que los excelentes paleontólogos Eduardo Hernández Pacheco y José Royo Gómez iniciaron hace un siglo, recuperando muchos de los ejemplares hallados por estos investigadores, que han podido ser analizados en detalle, por primera vez.


Referencias bibliográficas:


Alcalá, L., Alcalá, B. 1993. Las tortugas gigantes del Mioceno de Madrid. En: Madrid antes del hombre. Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC. Marzo-Julio de 1993. Pp. 21-22. Comunidad de Madrid, Madrid.


Bolívar, I. 1872. Noticia sobre el hallazgo de restos fósiles de tortuga en el arroyo de los Meaques (Casa de Campo). Actas de la Sociedad Española de Historia Natural, Tomo I: 19.


Zulueta, A. y Amoedo, E. 1906. Sobre la tortuga fósil encontrada en Vallecas. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 6: 121-122.


Hernández Pacheco, E. 1915. Geología y paleontología del mioceno de Palencia. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Memoria nº 5. Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid.


Hernández Pacheco, E. 1917. Hallazgo de tortugas gigantescas en el Mioceno de Alcalá de Henares. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 17: 194-202.


Pérez-García, A., Vlachos, E. 2014. New generic proposal for the European Neogene large testudinids (Cryptodira) and the first phylogenetic hypothesis for the medium and large representatives of the European Cenozoic record. Zoological Journal of the Linnean Society, 172: 653–719. https://doi.org/10.1111/zoj.12183