Azufre de Conil

Uno de los mayores tesoros del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) son las muestras de azufre cristalizado de Conil de la Frontera (Cádiz) colectadas a finales del siglo XVIII. Los magníficos cristales de azufre que se exhiben son de una pureza extraordinaria y fueron piezas muy solicitadas por los museos y gabinetes de la época. En el Museo se conservan más de 60 ejemplares de azufre cristalizado. Algunos son realmente espectaculares y fueron expuestos en la Exposición Universal de París de 1867.

 

El azufre es un mineral bastante común en la naturaleza y se encuentra asociado a yacimientos de carácter sedimentario y volcánico. Según el geólogo Salvador Calderón (1851-1911), que fue jefe de Mineralogía del MNCN y autor de la primera obra completa sobre los minerales de España, los mejores yacimientos de azufre de nuestro país y los más conocidos en el mundo científico por la magnificencia de sus cristales, son los yacimientos de Conil, de donde proceden los cristales del Museo.


La mina de la que se extrajo el azufre nativo formaba parte de un yacimiento de origen sedimentario, en el que el mineral se originó por la reducción de sulfatos debido a la actividad bacteriana. Según parece la mina ya se explotaba en la época romana, pero no hay constancia documental. En el siglo XVIII, el duque de Medina Sidonia conocedor de la importancia del azufre hizo abrir la mina, que se encontraba en una finca de su propiedad, para regalar al rey Carlos III un poco de azufre cristalizado. En los años 1772-73 se gastó 320 reales de la época para extraer el mineral pero casi todas las muestras llegaron deshechas a Madrid.


En septiembre de 1791, el entonces director del Real Gabinete José Clavijo y Fajardo (1726-1806) firma un documento en el que se detallan algunas de las producciones de la institución que podrían cambiarse o venderse para obtener otras que faltaban. Entre ellas menciona el azufre cristalizado de Conil, por no conocerse otro de igual calidad y ser deseado por todos los Gabinetes, que llegan a pagarlo mejor que la plata. Un mes después, el conde de Floridablanca, que por aquel entonces era primer secretario de estado, ordenó a Clavijo extraer de nuevo azufre de la mina, que ahora era propiedad del duque de Alba.


Clavijo encomendó a Francisco Javier Molina la recolección de ocho o diez cajones del mineral. La extracción fue muy laboriosa ya que las cristalizaciones se hallaban muy profundas y, además, Molina no dispuso de ninguna ayuda por parte del duque de Alba. Pero su determinación y destreza, hicieron posible el éxito de la misión. Para ello tuvo que residir en el campo, donde se alojaba en unas modestas cabañas junto con los peones que extraían el azufre. En los seis meses que duró su estancia en Conil consiguió que finalmente se sacaran unos macrocristales excelentes, con los que llenaron seis cajones que fueron transportados hasta Madrid, donde llegaron intactos en mayo de 1792. La labor de Molina fue muy elogiada por el director del Real Gabinete, que solicitó al rey una gratificación para su fiel y eficiente empleado.


A pesar del desconocimiento de la mina por los naturales del lugar, su fama llegó a ser tal que geólogos de otros lugares querían venir a extraer el famoso mineral, lo que motivó que a finales del siglo XVIII se emitiera un edicto que prohibía extraer el azufre de la mina. Entre los personajes ilustres que visitaron la mina hay que mencionar al botánico valenciano Simón de Rojas Clemente (1777-1827), que estuvo allí en dos ocasiones, en 1804 y 1809. Rojas había recibido el encargo de Godoy, entonces primer ministro de Carlos IV, de recorrer el reino de Granada para escribir su Historia Natural, a la que se dedicaría en dos períodos distintos debido a su nombramiento como bibliotecario del Real Jardín Botánico de Madrid en 1805. En su primera visita Rojas dedica más de cuatro páginas a la famosa mina de azufre de Conil, de la que llegó a extraer algunos cristales. En su segunda visita, da noticia de que debido a la Guerra de la Independencia se estaba pensando en reabrir la mina, ante la escasez de municiones, para fabricar pólvora. Sin embargo, él era de la opinión que seguiría siendo poco rentable, por su difícil aprovechamiento dado lo diseminado que se hallaba el mineral.


Otra figura distinguida que visitó el yacimiento fue el catedrático de Mineralogía y Zoología, Antonio Machado y Núñez (1812?-1895), abuelo de los poetas sevillanos Antonio y Manuel Machado. El geólogo visitó la mina en 1850 y cogió algunas muestras de azufre nativo que donó al Museo de Geología de la Universidad de Sevilla.


Son muchos los museos de Europa que poseen ejemplares de azufre de Conil, aunque ninguno tan hermoso como el que exhibe el MNCN en su exposición permanente Minerales, Rocas y Meteoritos. La belleza de estos cristales reside en el alto grado de pureza del mineral. En un proyecto dirigido por los investigadores del MNCN Fernando Garrido y Javier García Guinea se ha analizado la composición elemental de una muestra de azufre de Conil. Los análisis químicos de Espectrometría de Masas con Plasma Acoplado Inductivamente (ICP-MS) indican que los componentes mayoritarios sodio, magnesio, aluminio, potasio, calcio e hierro tienen porcentajes inferiores al 0,01%. Se trata, por tanto, de un mineral prácticamente puro.

 

Referencias bibliográficas:


Calderón, S. 1910. Los Minerales de España. Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Madrid.


Hernández-Pacheco, E. 1944. El Museo de Ciencias Naturales y sus naturalistas en los siglos XVIII y XIX. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.