El calamar gigante sigue siendo una criatura rodeada de misterio

Autor:
  • Carmen Martínez

 

Es el mayor invertebrado del planeta y posee los ojos más grandes del reino animal. Es una especie cosmopolita que está presente en todos los océanos. Viven en mar abierto entre 300 y 1.500 metros de profundidad. Asturias es una de las zonas con mayor número de apariciones del mundo. Existen pocos ejemplares completos de calamar gigante (Architeuthis sp.) en las colecciones de los museos. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe una hembra que quedó varada en una playa de Fuengirola (Málaga) en 2001.

 

Aunque se cree que no es raro, encontrar este fabuloso animal es muy difícil. Durante décadas ha sido objeto de deseo de científicos y periodistas de todo el mundo, pero hasta 2012 no se ha podido filmar un calamar gigante vivo en su hábitat natural. Los registros que se tienen proceden de capturas accidentales por pesqueros, varamientos en las costas, restos hallados en los estómagos de sus depredadores -como los cachalotes- y avistamientos ocasionales flotando en superficie. A finales de 2004 el número de registros ascendía a 306 individuos en el Atlántico y 264 en el Pacífico.


Además de la escasez de registros, hay que tener en cuenta que muchos de ellos corresponden a animales que se encuentran en mal estado. Los teutólogos, que son los que estudian los cefalópodos, han descrito hasta 21 especies nominales, pero se desconoce el número real ya que están descritas de forma inadecuada o insuficiente. Algunas han sido nombradas basándose solo en la ubicación, en restos incompletos o en fragmentos regurgitados por cachalotes.


Fue el naturalista danés Johan Jappetus Steenstrup (1813-1897) quien nombró a los calamares gigantes como Architeuthis, un nuevo género dentro de la clase de los cefalópodos. Aunque hoy no existe consenso en la comunidad científica sobre el número de especies, la opinión más generalizada es que parece existir una única especie que, por prioridad, sería Architeuthis dux (Steenstrup, 1857).


La idea de que sólo existe una especie de calamar gigante se apoya en la bajísima diversidad genética mitocondrial hallada en un estudio en el que se analizaron cuarenta y tres muestras de tejido blando de ejemplares procedentes de Asturias, Galicia, Valencia, Florida, Japón, Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Los resultados del estudio indican que todos los calamares gigantes forman parte de una única población y que no hay barreras geográficas que impidan su apareamiento.


Los calamares gigantes son animales enormes: su cuerpo puede alcanzar los 240 cm y pueden llegar a pesar 275 kg; las hembras son más grandes que los machos. Al igual que otros cefalópodos, en la cabeza tienen diez apéndices rodeando la boca: ocho brazos y dos tentáculos. Los tentáculos, que le sirven para atrapar a sus presas, son larguísimos, con ellos estirados pueden llegar a medir 18 metros.


Como en las profundidades del océano no llega la luz, sus ojos son muy anchos, hasta 25 cm, lo que les permite vislumbrar las presas bioluminiscentes o detectar a sus predadores. En el manto, que es la parte principal del cuerpo, se encuentran los órganos internos. En sus músculos hay altas concentraciones de amoníaco, lo que les permite flotar sin apenas gastar energía; la 'desventaja' es que impide que sean comestibles.


Los cefalópodos son moluscos de crecimiento rápido, pero en esta especie aún existe controversia sobre su longevidad y tasa de crecimiento. La esperanza de vida de un calamar gigante es amplia, habiéndose estimado mediante diferentes métodos la duración de su ciclo vital entre 1 y 14 años de edad. Recientemente, en el Instituto Oceanográfico de Canarias, han adaptado una técnica que les permite estimar la edad de los calamares gigantes mediante el uso de sus mandíbulas (picos); hasta ahora las estimaciones se hacían a partir del número de anillos de crecimiento en unas estructuras duras conocidas como estatolitos.


Los monstruos marinos forman parte del acervo popular desde la antigüedad. Hace cientos de años, los marinos noruegos estaban aterrorizados por el Kraken, un terrible monstruo capaz de hundir barcos y comerse toda su tripulación. Hoy sabemos que las leyendas de este monstruo se basan en avistamientos de calamares gigantes.


La primera fotografía de un calamar gigante se tomó en 1874. El reverendo presbiteriano Moses Harvey compró el ejemplar a unos pescadores que lo habían capturado accidentalmente en Logy Bay (Terranova). Harvey exhibió la cabeza y los brazos del molusco, colocados sobre una bañera, en su sala de estar y el profesor Adisson E. Verrill, de la Universidad de Yale, lo utilizó para realizar la primera descripción precisa y una ilustración científica del calamar gigante.


A principios de 2004 se presentó el primer documental sobre calamares gigantes producido íntegramente en España: Proyecto Kraken: en busca del Calamar Gigante. En él se relatan los intentos por filmar vivo un Architeuthis en las profundidades de Carrandi, frente a las costas de Asturias. Nueva Zelanda y Asturias son las dos zonas con mayor número de apariciones de Architeuthis del mundo, por lo que se han convertido en polos de atracción para los científicos.


La colección de calamares gigantes depositada en el Aula del Mar de Luarca era, y continúa siendo, la mejor dotada del mundo. Pero temporales sucesivos, especialmente el de 2014, que provocó grandes destrozos en el museo, determinó su cierre al público. Actualmente el museo continúa cerrado y, previsiblemente, abrirá de nuevo en 2020.


En el MNCN se exhibe un ejemplar de Architeuthis que apareció varado en una playa de Fuengirola el 26 de junio de 2001. Se trata de una hembra inmadura de 65 Kg, cuyo manto mide 125 cm y su longitud total alcanza los 750 cm. Es el segundo registro en el Mediterráneo, el primero había aparecido también en Fuengirola en 1998 y se conserva en Aula del Mar de Málaga. A finales de 2012 se encontró en Algeciras el ejemplar más grande hallado en el Mediterráneo.

 

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