El plomo pardo de Zimapán

Autor:
  • Carmen Martínez

 

La vanadinita es un mineral bastante raro que debe su nombre a su alto contenido en vanadio. Fue descubierta por el español Andrés del Río en un yacimiento de plomo en México y fue Humboldt el que trajo las primeras muestras del mineral a Europa, para repetir los análisis que del Río había realizado en aquel país. Los ejemplares de Santa Marta (Badajoz) eran muy reputados, ya que en este yacimiento se encontraban las mejores cristalizaciones de vanadinita de Europa. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe un bello ejemplar procedente de Djebel (Marruecos).

 

A finales del siglo XVIII la minería de la plata en el Nuevo Mundo sufría el ocaso como consecuencia del agotamiento de los filones argentíferos. Para remediarlo, el rey Carlos III trazó un ambicioso plan para llevar técnicos y expertos a Nueva España que promoviesen la minería. En ese marco hay que encuadrar la creación en 1792 del Real Seminario de Minería en Ciudad de México. El geólogo Andrés Manuel del Río Fernández, que había nacido en Madrid en 1764 y fallecería en Ciudad de México en 1849, fue contratado para que se hiciese cargo de la cátedra de Mineralogía. Su obra 'Elementos de Orictognosia o del conocimiento de los fósiles, dispuestos según los principios de A.G. Werner, para el uso del Real Seminario de Minería de México', publicada en 1795, fue el primer libro de mineralogía escrito en América.


En 1801, del Río se hallaba estudiando unas muestras de plomo pardo de la mina Purísima del Cardonal, Zimapán, en el actual estado de Hidalgo, cuando descubrió un nuevo elemento químico: el vanadio. El geólogo observó que las sales condensadas del mineral, al que más tarde se llamó vanadinita, exhibían una amplia variedad de colores, por lo que lo nombró pancromo, que en griego significa todos los colores. Al repetir el experimento vio que cuando exponía las sales al calor del soplete prevalecía el color rojo, y lo renombró como eritronio, que en griego significa rojo.


Del Río se percató enseguida de la importancia de su descubrimiento, pero también sabía que para que fuese reconocido internacionalmente necesitaba la aprobación de los medios científicos europeos. Aunque había publicado los resultados en medios americanos, lamentablemente estos no tenían prestigio en Europa. Aprovechando su amistad con el alemán Alexander von Humboldt, al que había conocido en la Escuela de Minas de Freiberg (Alemania), y que en aquel momento se encontraba en México, le entregó una caja con muestras del mineral para repetir los análisis en Europa. Como Humboldt desconocía el procedimiento le pasó las muestras al químico francés Hippolyte Victor Collet-Descotils para que repitiese el proceso llevado a cabo por su colega.


Sorprendentemente, el galo dijo que el nuevo elemento descubierto no era tal ya que, según él, se trataba de un mineral ya conocido formado por cromo y no por vanadio. Humboldt optó por creer al colega francés en vez de a del Río, que lógicamente se sintió traicionado. Pero finalmente el tiempo se encargó de poner todo en su sitio. Treinta años después, en 1831, el químico sueco Nils Gabriel Sefström 'redescubrió' el mismo elemento y lo hizo público en un artículo. Pero el químico alemán Friedrich Wöhler afirmó que el elemento eritronio, descubierto por Andrés Manuel del Río en México en 1801, y el vanadio, descubierto por Nils Gabriel Sefström en Suecia 30 años después, eran el mismo. Aun así, fue Sefström quién renombró al eritronio, eligiendo un nombre que comenzaba con V, ya que esta letra aún no había sido asignada a ningún otro elemento. Lo llamó vanadio en honor a la diosa escandinava Vanadis.


En 1846 el representante español en Washington se había ofrecido a remitir al museo minerales y libros que no existiesen aquí. Desde el museo se le contestó con una nota en la que se pedían, entre otros, vanadinita de Zimapán y el libro 'Elementos de Orictognosia' de Andrés del Río, publicado en Filadelfia en 1832, que se conserva en la Biblioteca del MNCN. Precisamente en aquel año del Río escribiría: 'llamé eritronio a mi nuevo metal (...) pero el uso, que es tirano de todas las lenguas, ha querido que se llame vanadio, por no sé qué divinidad escandinava; más derecho tenía seguramente otra mexicana, que en sus tierras se halló treinta años antes'.


Lo que nadie le ha negado a Andrés del Río es el descubrimiento de la vanadinita, lo que él conocía como plomo pardo, un clorovanadato de plomo que aparece en la zona de oxidación de los yacimientos de plomo. Es un mineral muy pesado y frágil, cuyo color varía del rojo rubí al pardo, y que suele cristalizar en prismas hexagonales con caras lisas y bordes afilados.


Los únicos representantes bien caracterizados y abundantes de vanadinita hallados en la península ibérica se obtuvieron en el criadero de plomo de la mina Clemente en Santa Marta de los Barros (Badajoz). Las minas de Santa Marta llegaron a ser a finales del XIX y principios del siglo XX la mayor explotación de vanadio en el mundo, hasta que se abandonó la extracción de este metal hacia 1912. La mena de vanadio se explotó en los 20 o 25 primeros metros, sacando 181 toneladas en 1903. Según el ingeniero de Minas Alfonso de Alvarado (1924) los ejemplares de Santa Marta eran muy reconocidos a nivel europeo, ya que en este yacimiento se encontraban las mejores cristalizaciones de vanadinita de Europa. El Museo poseía ejemplares con buenos cristales, muy brillantes, que analizó Julio Garrido. Actualmente, el museo conserva ejemplares de Santa Marta (Badajoz), Linares (Jaén), Arizona (EE.UU.), México, Marruecos y Túnez.


Y como la ciencia y el arte se dan la mano, una recomendación literaria: El crimen de Santa Marta de Alonso Carretero. Es un libro de intriga basado en un hecho real, el crimen ocurrido en 1898 en Santa Marta de los Barros, un pueblo que por aquel entonces gozaba de una economía floreciente por sus minas de vanadio y por la transformación de las dehesas improductivas en terrenos de vides y cereal.


Referencias bibliográficas:

 

Calderón, S. 1910. Los Minerales de España. Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Madrid.


Garrido, J. 1929. Notas sobre algunas formas cristalinas de Vanadinita de Santa Marta (Badajoz). Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, Tomo 29: 405-407.


Nieto Codina, A. 2018. Alejandro de Humboldt y Andrés Manuel del Río. Encuentros y Desencuentros en la ciencia de la nueva España. Espacio, Tiempo y Forma, 11: 337-348. http://dx.doi.org/10.5944/etfvi.11.2018.22342


Puche Riart, O. 2017. Andrés Manuel del Río Fernández (1764-1849). Fundación Ignacio Larramendi, Madrid. http://dx.doi.org/10.18558/FIL142


Uribe Salas, J. A. 2006. Labor de Andrés Manuel del Río en México: profesor en el Real Seminario de Minería e innovador tecnológico en minas y ferrerías. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 58: 231-260.