Restauración de Colecciones Paleontológicas (fósiles)

La actividad del laboratorio de restauración de fósiles del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) se remonta a principios de la década de 1970, con Emiliano Aguirre como director de la sección de Paleontología del Instituto de Investigaciones Geológicas “Lucas Mallada”. Tras la reunificación de este instituto de Geología con los institutos de Entomología y Zoología, que habían sido separados durante la Guerra Civil española, se formó nuevamente el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el laboratorio de restauración de fósiles del Lucas Mallada pasó a formar parte de los servicios del MNCN-CSIC. Bajo la dirección de Aguirre, se contrató a tres personas que serían reconocidos restauradores de paleontología, trabajando en el laboratorio de restauración de fósiles: Juan Laguna, Paloma Gutiérrez del Solar y Blanca Gómez Alonso.

Durante ese período, el laboratorio de restauración de fósiles participó activamente en numerosas excavaciones paleontológicas, entre las que destacan Torralba, Layna, Venta del Moro, Atapuerca, Los Valles de Fuentidueña y Guadix-Baza. Además, algunos científicos continúan involucrados en investigaciones actuales con fósiles provenientes de la Comunidad de Madrid, en particular en el Cerro de los Batallones, así como en la Cueva de El Sidrón, entre otros sitios de interés.

Extracción de un cráneo bóvido de una excavación
Extracción de un cráneo de un bóvido. Foto: Enrique Cantero

A modo de breve resumen se puede destacar que el laboratorio de restauración de fósiles fue pionero en la introducción de técnicas de conservación arqueológica aplicándolas al material fósil. Además, se realizaron las primeras réplicas complejas de material fósil de España, impartiendo los primeros cursos de restauración y de elaboración de réplicas.

Algunas de las piezas importantes que se han restaurado en el laboratorio han sido, a mediados de los años setenta, la mandíbula de Homo heidelbergensis y posteriormente el maxilar de Homo antecessor del yacimiento de Atapuerca. Piezas históricas del Museo para la reapertura de la Sala de Paleontología como por ejemplo el Megatherium americanum, así como la restauración del material fósil del Cerro de los Batallones, considerado el mejor yacimiento de fauna del Mioceno del mundo en cuanto a preservación y variedad de su fauna.

Aunque en los últimos 50 años han pasado una gran variedad de piezas para restaurar por las instalaciones del laboratorio, su principal actividad reside en la restauración de fósiles. Desde el punto de vista léxico, los fósiles realmente no se restauran, sino que se preparan, debido a que se encuentran en los yacimientos y no han experimentado un proceso de deterioro causado por la actividad humana, es decir, no han sido alterados o modificados por acción antrópica.

Los fósiles llegan al laboratorio de restauración en una gran variedad de formatos dependiendo del tamaño, la fragilidad o el tipo de yacimiento. Si el tamaño del fósil es pequeño y con poco peso, se trasladan al laboratorio en sobres de papel desde los yacimientos; así conseguimos que la humedad que contienen esas piezas se vaya eliminando de manera natural poco a poco, sin embargo, cuando los restos fósiles son más voluminosos o delicados, el traslado al laboratorio se realiza en bloques. Estos bloques están formados por los propios fósiles y una porción de sedimento que los acoge. Esta metodología es importante, ya que así conseguimos que los fósiles lleguen lo mejor preservados posible al laboratorio para su posterior preparación.

Consolidación de un oso de las cavernas
Consolidación de un cráneo de oso de las cavernas en el laboratorio de fósiles. Foto: Enrique Cantero

Estos bloques de sedimento se rodean de papel para amortiguar los golpes, se cubren con papel de aluminio y se envuelven en su totalidad con cinta de embalar. Con este procedimiento se mantienen unas condiciones de humedad estables en el interior, evitando así que el sedimento y el propio fósil se agriete y se rompa por desecación.

La metodología de preparación de fósiles es un proceso relativamente sencillo: en un primer paso, dejamos secar el fósil de manera controlada, para que el agua que contiene en su interior se evapore. A continuación, se elimina el sedimento que rodea la superficie de los fósiles, utilizando instrumental de precisión como bisturís, palitos de madera o vibroincisores, dependiendo de la dureza del sedimento. Finalmente se procede a la consolidación, empleando para ello una resina acrílica conocida como paraloid B72. Con la aplicación de esta resina disuelta en acetona conseguimos el endurecimiento de la estructura interna del fósil, lo que facilita su manipulación y posibilita su estudio sin miedo a que se rompa.

Si fuera necesario adherir algún fragmento, se emplea la misma resina, pero con una concentración mayor para que actúe como pegamento. Excepcionalmente, se realiza un último paso: si el fósil tuviera faltas volumétricas, se procede a la reintegración de las mismas, siguiendo los criterios generales de los convenios de restauración. No obstante, es importante tener en cuenta que cada fósil presenta características únicas debido a los diversos procesos de fosilización que han experimentado. En términos generales, resulta indispensable preservar la integridad de los fósiles durante su preparación. Es esencial evitar cualquier alteración de las superficies y desaconsejar el uso de tratamientos abrasivos que puedan pulirlas.

Asimismo, es necesario evitar realizar reintegraciones ficticias que modifiquen la morfología original del fósil y, sobre todo, emplear técnicas reversibles en su tratamiento. Como se mencionó anteriormente, uno de trabajos más desarrollados del laboratorio ha sido la realización de réplicas, ya sea para exposiciones, investigación, préstamo o intercambio con otras instituciones. Las técnicas de replicación han avanzado enormemente, desde las primeras que se hicieron usando matrices de escayola, pasando por los moldes de silicona, para terminar con la impresión 3D, que es el futuro inmediato. Gracias a estas nuevas técnicas, se obtienen réplicas exactas con un mínimo riesgo para las piezas fósiles, ya que la fragilidad de algunos de ellos hace imposible su replicación.

Texto: Enrique Cantero / Edición: Ignacio Doadrio.

 

Para saber más:

 

Bibliografía

 

Enlaces multimedia

 

Personal

Irene Martínez Fernández

irene.martinez@mncn.csic.es.