Segunda época (1815-1900)

Concluida la Guerra de la Independencia en 1814, el rey Fernando VII recuperó el trono de España. En 1815, con el propósito de unificar las enseñanzas de las ciencias naturales se creó el Real Museo de Ciencias Naturales, institución formada por el Real Gabinete de Historia Natural, el Real Jardín Botánico, el Estudio de Mineralogía y el Laboratorio de Química. Un año más tarde se le añadiría también el Observatorio Astronómico. 

En ese mismo año de 1815 se redactó el primer reglamento del Museo y se puso al frente del mismo a un protector, el ministro de Estado. El protector estaba auxiliado por un viceprotector, cinco profesores, cinco vice-profesores y cuatro conservadores. Durante años el centro estuvo sin director. Pasó, de ser gestionado por una Junta de Protección, a ser dirigido en 1837 por una Junta Gubernativa formada por catedráticos universitarios. Situación en concordancia con la importante innovación administrativa que se produjo en 1822, cuando el Museo adquirió un perfil plenamente universitario al ser adscrito a la Universidad Central de Madrid, fundada ese mismo año.

Miembros de la Comisión Científica del Pacífico antes de partir
Miembros de la Expedición al Pacífico (1862-1866). Archivo MNCN. Servicio de Fotografía MNCN

En 1845 comenzó a depender de la Facultad de Filosofía y sus enseñanzas formaron parte de la política educativa española. Su jefe administrativo, más tarde director, fue el catedrático interino de zoología Mariano de la Paz Graells. Su cargo estaba supeditado a las autoridades universitarias. Bajo su extenso mandato de 23 años se producen avances muy notables: se trabaja en la ordenación e incremento de las colecciones científicas y se acrecienta la investigación. También se impulsan expediciones científicas, como la que se organiza a tierras americanas, la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865), los viajes del paleontólogo Juan Vilanova y Piera, o la participación en la Comisión del Mapa Geológico de España.

La Comisión Científica del Pacífico fue especialmente importante por tratarse de la primera expedición científica que incluyó entre sus miembros a un fotógrafo, Rafael Castro Ordóñez, lo que permitió documentar de forma gráfica cómo era América en el siglo XIX. Ordóñez fotografió desde ciudades, paisajes, retratos de personas de distintas clases sociales y razas a instalaciones estratégicas como puertos, aduanas, explotaciones agrícolas o mineras. En el Archivo Histórico del Museo Nacional de Ciencias Naturales se conservan casi 300 negativos y 138 copias a la albúmina.

 Además de este material fotográfico, los cinco naturalistas españoles integrantes de la expedición, Patricio María Paz y Membiela, Fernando Amor y Mayor, Francisco de Paula Martínez y Sáez, Marcos Jiménez de la Espada, Manuel Almagro y Vega, y Juan Isern y Batlló, remitieron más de 80.000 ejemplares de fauna y flora, antropológicos y etnográficos, permitiendo tras su estudio el descubrimiento de nuevas especies. Partieron del puerto de Cádiz el 10 de agosto de 1862 y llegaron al puerto brasileño de Bahía el 9 de septiembre para recorrer Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y Ecuador, llegando incluso hasta California. La Comisión se disolvió oficialmente en enero de 1866.

Esta y otras expediciones científicas tuvieron como consecuencia un aumento muy significativo de los ejemplares conservados en las colecciones del Museo y un intercambio fluido con otras instituciones. Graells se preocupó de que todo el fondo patrimonial del Real Gabinete estuviera catalogado. La tarea requirió dos décadas y un gran esfuerzo para ser completada. Aún con todo, mucho fondo museístico permanecía en cajas sin abrir por falta de personal y de financiación.

El proyecto de Graells, el Jardín Zoológico de Aclimatación, instalado en el Real Jardín Botánico, nació con el objetivo de criar nuevas especies con las que aumentar el suministro de carne a la población. Se trajeron animales de América (guanacos, maras, coipús, chinchillas, cisnes negros...) que poblaron los jardines del Botánico, junto a otra fauna ya existente. Con su destitución como director el proyecto se abandonó y los animales fueron trasladados al zoo situado en los Jardines del Retiro.

En 1867 se produjo una división del fondo museístico. Las piezas etnográficas y las antigüedades se enviaron al recién creado Museo Arqueológico Nacional, parte de las cuales pasarían tiempo después al Museo de América cuando se fundó en el año 1941. Fue la primera de las disgregaciones de su fondo, pues también proporcionó piezas a otros museos e instituciones como el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo del Traje o el Museo Nacional de Antropología.

Mariano de la Paz Graells es sustituido en la dirección en 1868 por Lucas de Tornos Usaque, discípulo suyo. El puesto dependía del rector de la Universidad y era asesorado por una Junta de Profesores. Durante su mandato, en 1871, se creó la Sociedad Española de Historia Natural (SEHN), una sociedad científica privada -la primera en España- en la que participaron varios naturalistas vinculados al Museo. La estrecha colaboración del Museo con la SEHN, supuso un gran estímulo para el avance de las ciencias naturales en España al colaborar con otros centros nacionales y extranjeros, organizar expediciones científicas y formar a naturalistas. Su fondo bibliográfico de libros y revistas cubría todas las ramas de las ciencias naturales (algunos de cuyos títulos eran únicos en España) y sus publicaciones, de gran prestigio científico, fueron un referente para la comunidad científica. Gracias al influjo beneficioso de la SEHN las puertas del Museo, que habían estado durante años cerradas, se volvieron a abrir.

El Museo participó en la Exposición Universal celebrada en París en 1878. Aunque España no había faltado a ninguna de las grandes exposiciones universales previas celebradas en Londres, París y Viena, su presencia no había sido muy relevante. Sin embargo, en la de 1878 se diseñó un pabellón español con fachada de estilo mudéjar para albergar los objetos de las numerosas instituciones públicas y privadas que concurrieron. El Museo exhibió tres cráneos y la fotografía de la momia de un guanche. La Comisión del Pacífico expuso treinta cráneos de indígenas de América, una cabeza de india guaraní embalsamada, ocho momias de indígenas del Perú y Bolivia, dos hamacas, diez flechas, tres cerbatanas, un arco, un escudo, rodela y diversas piezas de vestir y adornos de indios guaraníes, canelos, záparas, aguaricos, yaguas, etc., además de publicaciones escritas por miembros de la Comisión sobre moluscos y reptiles.

Cinco años después el Museo también concursó en otra muestra importante, la Exposición Nacional de Minería, Artes Metalúrgicas, Cerámica, Cristalería y Aguas Minerales del año 1883, inaugurada por el rey Alfonso XII. Obtuvo varios premios en distintas categorías, entre ellos, la Medalla de Oro al Mérito por la exposición de su colección de minerales. Esta medalla se conserva actualmente en la Colección de Bellas Artes del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Imagen de la Medalla de Oro por ambas lados obtenida por el MNCN en la Exposición Nacional de Minería
Medalla de Oro obtenida por el MNCN en la Exposición Nacional de Minería de 1883. Colección de Bellas Artes MNCN. Servicio de Fotografía MNCN

El Museo continuó su trayectoria colaborando con otros centros, como la Estación de Biología Marina de Santander creada en Cantabria en 1886. Era la primera institución dedicada a la biología del mar, para estudiar la flora y la fauna marina oceánica y litoral del mar Cantábrico, en aquel entonces muy poco conocidas. Además de investigar, esta Estación debía fomentar los estudios de biología marina y formar investigadores, colaborar para el progreso de las industrias asociadas a la explotación de recursos marinos e incrementar con ejemplares las colecciones de los museos y centros de enseñanza, uno de ellos, el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Desde 1901 a 1914 esta institución, fundada por Augusto González de Linares, estuvo adscrita al Museo.

En 1892 en la dirección del Museo se produjo un relevo, Lucas de Tornos Usaque murió y fue sustituido por el geólogo Miguel Maisterra Prieto. Ese año, Salvador Calderón y Arana fue comisionado para viajar por Europa con el objetivo de conocer la organización y funcionamiento de los grandes museos de historia natural, con la esperanza de que el madrileño Gabinete pudiera ser modernizado. Calderón presentó un proyecto para un centro que seguía estando escaso de financiación, de espacio y de una remodelación que lo elevara al nivel de otros museos de ciencias naturales, como el de Londres o París. No pudo ser.

 Por el contrario, en 1895, mediante una Real Orden, el Ministro de Fomento Alberto Bosch y Fuster decretó el traslado del Museo de su sede original de la calle de Alcalá a una nueva en el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales del Paseo de Recoletos (actual Biblioteca Nacional/Museo Arqueológico Nacional) con el propósito de dotarle de una ubicación mejor. El espacio libre que dejaba el Museo iba a ser ocupado por el Ministerio de Hacienda.

 A pesar de las protestas de científicos, profesores universitarios e intelectuales de la época, todo el fondo museístico tuvo que ser trasladado en 48 horas y depositado en los bajos del edificio, sin condiciones de conservación para las piezas y con graves destrozos, debido a la premura con el que se hizo la mudanza. No todas las colecciones científicas llegaron a aquel Palacio, la de insectos y la sección de Antropología, por ejemplo, fueron depositadas en el Museo del Dr. Velasco, hoy Museo Nacional de Antropología.

En 1897, dos años después de la pérdida de sede del Museo y debido a la defunción del anterior director, es nombrado Tomás Andrés y Andrés Montalvo, quien detenta el cargo durante tres años. Con la llegada del siglo XX el Museo iniciaría una nueva etapa de resurgimiento y esplendor.


Texto de Carolina Martín Albaladejo y Ana García Herranz

Para saber más: 

 

Bibliografía

  • Barreiro, A. J. (1992). El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). Doce Calles (edición de la obra de 1944), Madrid. ISBN: 978-84-871-1111-67.
  • Cervantes, E. (ed.) (2009) El naturalista de su siglo. Homenaje a Mariano de la Paz Graells en el CC aniversario de su nacimiento. Instituto de Estudios Riojanos. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ISBN: 978-84-966-3776-4.
  • Doadrio, I.; Araujo, R. y Sánchez-Almazán, J. (eds.) (2019). Las Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Investigación y Patrimonio. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ISBN: 978-84-00-10590-7. 
  • Gomis, A., Rodrigo, A., Peña de Camus, S., Rey, I. & Rábano, I. (2021). La Real Sociedad Española de Historia Natural: 150 años haciendo Historia. Real Sociedad Española de Historia Natural. ISBN: 978-84-09-31008-1
  • Gomis Blanco, A. y Peña de Camus Sáez, S. (eds.) (2011) Hace 100 años el Museo estrenó sede (1910-2010). Museo Nacional de Ciencias Naturales. ISBN: 978-84-615-1545-5. 
  • Martín Albaladejo, C.; Galera Gómez, A. y Peña de Camus, S. (2021). Una historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ediciones Doce Calles. ISBN. 978-84-9744-384-5.
  • Peña de Camus, S. (ed.) (2019) La expedición científica al Pacífico (1862-1866): fotografías y colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Sociedad de Amigos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. ISBN: 978-84-937985-2-9.

 

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