Fundación y primera época (1771-1814)

La historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales comenzó el 17 de octubre de 1771 cuando el monarca español Carlos III fundó el Real Gabinete de Historia Natural aconsejado por miembros relevantes de su corte. Se trataba de una institución dedicada a la difusión y desarrollo de la historia natural en España que pretendía rivalizar con los gabinetes de curiosidades, muy populares en la Europa ilustrada del siglo XVIII.

La colección fundacional de este Real Gabinete procedía de un patrimonio natural y artístico atesorado por Pedro Franco Dávila, un rico comerciante criollo nacido en Guayaquil (actualmente Ecuador) y afincado en París. Tardó en reunirlo 25 años y lo donó a la Corona española a cambio de ser director vitalicio del Gabinete. 

Dávila era un gran aficionado a las ciencias naturales, especialmente interesado en lo relativo a la mineralogía, la malacología, a ciertos grupos de invertebrados marinos, como los corales y las esponjas, y también a los fósiles. La publicación de su obra en tres volúmenes, Catalogue systématique et raisonné des curiosités de la nature et de l'art qui composent le Gabinet de M. Dávila, en la que describía su colección formada y documentada durante un cuarto de siglo, le abrió las puertas de las más prestigiosas sociedades científicas de su época, tanto extranjeras, como españolas. 

Dibujo del Megaterio de Bru
Esqueleto del Megatherium americanum dibujado por Juan Bautista Bru. Archivo MNCN. Servicio de Fotografía MNCN

Además de experto en ciencias naturales, Dávila era un gran entendido en el ámbito etnográfico y artístico. Así, en su colección figuraban 300 objetos de etnografía procedentes de América, Indonesia, Extremo Oriente y Turquía; 250 de arqueología de Egipto, Etruria, Roma u Oriente; y entre 12.000 y 13.000 piezas artísticas, como medallas o grabados. También poseía 50 instrumentos científicos y 200 mapas y su biblioteca contaba con 421 títulos en 1.234 volúmenes.

Tras la valoración de varias sedes en las que se podría albergar la variada y cuantiosa colección de Dávila, se eligió el Palacio de Goyeneche en la calle de Alcalá de Madrid. Aquí compartió ubicación con la Real Academia de las tres Nobles Artes (ahora Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando). Tras unas obras de acondicionamiento de dos años de duración la Academia se instaló en el primer piso y en los sótanos, mientras que el Real Gabinete ocupó el segundo piso y las buhardillas. Quedaban reunidas las ciencias naturales y el arte en un mismo edificio, en cuya fachada lucía una inscripción labrada en piedra muy propia de la Ilustración: CAROLVS III REX /NATURAM ET ARTEM SUB UNO TECTO/IN PUBLICAM VTILITATEM CONSOCIAVIT/ANNO MDCCLXXIV (El Rey Carlos III asoció bajo un mismo techo a la Naturaleza y las Artes para utilidad pública).

La extensa colección de Dávila había llegado desde París en cuatro viajes, uno por tierra y tres de ellos por mar. Ya en Madrid, se depositaron los 250 cajones en los que fue transportada en el Palacio del Buen Retiro a la espera de poder ser ubicados cuando la nueva sede estuviera dispuesta. Como director, Dávila diseñó las salas en las que irían colocadas las piezas. Para ello elaboró un documento en el que se detallaba esta planificación espacial: dos salas para animales, otra para minerales, una para vegetales y varias más dedicadas a objetos artísticos.

Lámina de lagarto de la colección Van Berkhey
Dibujo de un lagarto perteneciente a la Colección iconográfica Van Berkhey. Archivo MNCN. Servicio de Fotografía MNCN

Además, debía disponerse de otras salas para laboratorios en los que se prepararan piezas, se cortaran y pulieran piedras duras o se practicaran disecciones. Por último, el Gabinete debía contar con una sala para duplicados donde se guardarían piezas de las que había más de un ejemplar para intercambio con otras instituciones.

Esta incipiente institución se concibió no solo como un museo para la exposición de piezas curiosas naturales y artísticas, sino también como un centro de estudio y de difusión del conocimiento de la historia natural, contribuyendo así al desarrollo de la ciencia en España. 

Abrió sus puertas el 4 de noviembre de 1776. Se eligió esa fecha para hacerla coincidir con la onomástica del rey que posibilitó este proyecto. El éxito de público fue inmediato y considerable. Los visitantes se contaban por millares cada día. Hizo falta traer una guardia de seis soldados para contener la avalancha de gente que se agolpaba a la entrada. Estaba abierto a toda clase de público sin restricción alguna. Solo se pedía decencia en la vestimenta y buen comportamiento durante la visita. Constituyó un gran acontecimiento cultural en el Madrid de la época.
El apoyo de la monarquía a esta institución se hizo patente con la publicación de una Real Orden en 1776. En ella se ordenaba a todas las autoridades del Imperio, desde virreyes a intendentes, enviar todo aquello de interés natural que se encontrara en sus territorios. Gracias a esta Real Orden llegó al Gabinete una de sus piezas más emblemáticas, el megaterio, un esqueleto completo de un perezoso gigante extinto encontrado en las barrancas del río Luján, cerca de Buenos Aires (Argentina). Dibujos de este ejemplar permitieron a Georges Cuvier del Museo Nacional de Historial Natural de París, describir la especie Megatherium americanum. Montado en la sala de petrificaciones del Real Gabinete, fue el primer vertebrado fósil que se exponía al público en Europa.

En 1777, se nombró vicedirector a Eugenio Izquierdo, como secretario a José Clavijo y Fajardo, y como pintor y disecador a Juan Bautista Bru. A pesar de la ayuda que representó la incorporación de estos nuevos cargos, pronto resultó insuficiente. Había una gran cantidad de trabajo por la recepción continua de envíos de piezas naturales y artísticas procedentes de España y del extranjero, especialmente de América. También se recibían materiales de expediciones científicas (Alejandro Malaspina, 1754-1810), del intercambio con otras instituciones (Gabinete de Curiosidades del rey de Dinamarca, Gabinete Imperial de Viena y Real Sociedad de Londres) o de regalos del propio Carlos III (el Tesoro del Delfín, un elefante indio, una osa hormiguera o mesas de piedras duras). 

La compra de piezas fue otra de las vías con las que se incrementó la colección del Real Gabinete. Por ejemplo, en subasta pública en Ámsterdam se adquirió en 1785 por orden de Carlos III la colección iconográfica del pintor holandés Johannes Le Francq van Berkhey, que comprendía varios millares de láminas, la mayoría de historia natural. Manufacturas producidas en Extremo Oriente llegaban a Europa través de la ruta marítima del Galeón de Manila y el Real Gabinete se benefició de ello, adquiriendo todo tipo de objetos de arte, especialmente procedentes de China. 

Todo ello hizo que en poco tiempo resultara insuficiente el espacio en el Palacio. Para solucionarlo se proyectó la construcción de un nuevo edificio diseñado por Juan de Villanueva, aunque finalmente se destinó a pinacoteca nacional (actual Museo del Prado).

Tras la muerte de Dávila en 1786, y después de que Nicolás de Vargas ocupara el puesto de director interino, fue nombrado director Eugenio Izquierdo y José Clavijo, vicedirector. Las múltiples ocupaciones de Eugenio Izquierdo en el terreno de la diplomacia y el espionaje para el primer ministro de Carlos IV, Manuel Godoy, hicieron que Clavijo asumiera en la práctica la dirección hasta su salida del Gabinete en 1802. 
Durante la gestión de Clavijo se incorporaron importantes colecciones de minerales chilenos formadas por los hermanos Heuland, peces y animales marinos de Cuba que envió Antonio Parra, o aves de Paraguay de Félix de Azara. Las prospecciones por España para la búsqueda de rocas y minerales de colaboradores como Francisco Javier Molina o William Bowles incrementaron notablemente el número de ejemplares de la colección geológica del Real Gabinete, destacando las piezas de azufre cristalizado procedentes de Conil (Cádiz). Por su parte, Cristóbal Vilella y Amengual aportó durante veinte años ejemplares marinos provenientes de Mallorca.

Debido a la guerra de la Independencia (1808-1814), el Gabinete cerró sus puertas al público, interrumpió la labor docente de su Escuela de Mineralogía y también dejaron de publicarse sus Anales de Historia Natural. La revisión de obras científicas, el apoyo a expediciones o la catalogación de sus colecciones también quedaron truncadas. 

El Gabinete fue saqueado por las tropas de Napoleón, aunque la mayor parte de lo robado se recuperó tras ser reclamado por el Estado español. Entre las piezas devueltas figuró el Tesoro del Delfín, una colección de objetos y piedras preciosas que el propio monarca Carlos III había donado al Real Gabinete antes de su apertura al público. Actualmente se conserva en el Museo del Prado, pues se incorporó al patrimonio de esta pinacoteca en 1839.

Entre los fondos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, además de numerosos ejemplares biológicos y geológicos de esta primera época, se conserva un valioso mobiliario, que incluye la mesa de Manila que utilizó Dávila, así como una librería y un reloj fabricados en tiempos de Floridablanca. También se pueden admirar pinturas como La Osa Hormiguera de su Majestad (1776) o el Quadro de la Historia Natural, Civil y Geográfica del Reyno del Perú (1799). 

Texto de Carolina Martín Albaladejo y Ana García Herranz

Para saber más:

 

Bibliografía

  • Barreiro, A. J. (1992). El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). Doce Calles (edición de la obra de 1944), Madrid. ISBN: 978-84-871-1111-67.
  • Gomis Blanco, A. y Peña de Camus Sáez, S. (eds.) (2011) Hace 100 años el Museo estrenó sede (1910-2010). Museo Nacional de Ciencias Naturales. ISBN: 978-84-615-1545-5. 
  • Martín Albaladejo, C.; Galera Gómez, A. y Peña de Camus, S. (2021). Una historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ediciones Doce Calles. ISBN. 978-84-9744-384-5.
  • Peña de Camus, S. (ed.). 2015. Naturalezas ilustradas. La colección van Berkhey del Museo Nacional de Ciencias Naturales. 228 pp. MNCN. ISBN: 978-84-6006-7484-9.
  • Sánchez Almazán, J. (ed.) (2012) Pedro Franco Dávila (1711-1786): de Guayaquil a la Royal Society. La época y la obra de un ilustrado criollo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ISBN: 978-84-00-09576-5. 
  • Sánchez Almazán, J. y Cánovas Fernández, C. (2016) Una colección, un criollo erudito y un rey: un gabinete para una monarquía ilustrada. Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Museo Nacional de Ciencias Naturales y Ediciones Doce Calles. ISBN: 978-84-00-10144-2. 
  • Sánchez Almazán, J. (ed.) (2012) Pedro Franco Dávila (De Guayaquil a la Royal Society. La época y obra de un ilustrado criollo). Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ISBN: 978-84-00-09576-5.
  • Villena Sánchez-Valero, Miguel; Sánchez Almazán, Javier Ignacio; Muñoz Fernández, Jesús; Yagüe Sánchez, Francisco (2009). El gabinete perdido. Pedro Franco Dávila y la Historia Natural del Siglo de las Luces. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ISBN: 978-84-00-08753-1.

 

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