Cajal, la Neurociencia y su escuela

castro al microscopio
Fotografía de Fernando de Castro mirando por el microscopio. Legado Cajal-CSIC. LC01434

Cajal, ya catedrático de Anatomía, aprendió la “reazione nera” de Golgi en 1887. Inmediatamente, se esforzó en dominar y mejorar esta tinción de las células nerviosas. Los resultados fueron extraordinarios y generó su propia revista para publicar, en español, cómo era la organización del cerebro; fue en 1888: “mi año cumbre, mi año de fortuna”. Desde su primerísimo trabajo en el sistema nervioso , Cajal demostró la individualidad de las neuronas, que no formaban la red defendida por los reticularistas (en esa época, casi todos los científicos), sino que se comunicaban entre ellas a través de lo que conocemos como sinapsis. Esa comunicación sigue un sentido concreto, que Cajal ilustró con flechas en sus prodigiosos dibujos. En el congreso de la Sociedad Anatómica Alemana (1889), Cajal convenció a Köelliker, el histólogo más influyente del momento. Entre 1888 y 1892, Cajal sentó las bases de la moderna Neurociencia.

Cajal gana la cátedra de Histología en la Universidad Central, describe la plasticidad cerebral (1895), compendia sus hallazgos en “Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados” (1897-1899) y comienzan a llegarle distinciones: la Royal Society le encarga impartir la Croonian Lecture (1894), el Premio Fauvelle de la Societé de Biologie (1896)… o el Premio de Moscú, por el que el gobierno de España decide fundar el Laboratorio de Investigaciones Biológicas-LIB (1902), donde Cajal continúa  su epopeya. Allí se incorporaron sus primeros colaboradores estables, Jorge Francisco Tello (1880-1958) y Domingo Sánchez (1860-1947). Con la Medalla Helmholtz (1905) y el Premio Nobel en Fisiología o Medicina (1906), Cajal convenció al gobierno de crear la Junta para Ampliación de Estudios (JAE), la herramienta fundamental para el desarrollo del sistema científico español. Poco después publica su libro sobre la degeneración y regeneración del sistema nervioso.

celulas
Dibujo científico de Francisco Tello. Sección transversal de músculo de pollo. Legado Cajal-CSIC LC04473

Cajal siguió en activo hasta casi su muerte, en 1934. Hasta 1936, al LIB (Instituto Cajal desde 1920) acudieron, desde todo el mundo, científicos interesados en estudiar la organización y función del cerebro. Domingo Sánchez y Pedro Ramón y Cajal (1854-1950) desarrollaron importantes estudios de Neuroanatomía Comparada en invertebrados y vertebrados. Tello fue más allá en el desarrollo y regeneración del sistema nervioso. El cosmopolita Nicolás Achúcarro (1880-1918) incorporó el estudio de las células gliales, que Pío del Río-Hortega (1882-1945) completó describiendo microglía y oligodendroglía (por lo que fue propuesto al Nobel en 1929 y 1937), así como la primera clasificación moderna de los cánceres cerebrales. Gonzalo Rodríguez Lafora (1886-1971) y José Mª Villaverde (1888-1936) trabajaron en patologías neuropsiquiátricas. Los últimos discípulos de Cajal introdujeron la Fisiología en la Escuela: Fernando de Castro (1896-1967), con la pionera descripción de los quimiorreceptores arteriales; y Rafael Lorente de Nó (1902-1990), cuyas múltiples aportaciones sobre la estructura/función del sistema vestibular y la corteza cerebral le llevaron a rozar el Nobel entre 1949 y 1953.

Charles Sherrington, Premio Nobel de Medicina en 1935, dejó dicho: “Nadie, nunca, ha realizado tan gran investigación de una forma más individual como en sus inicios él lo hizo. Pero conforme los años fueron pasando, si alguna vez un científico creó escuela, ese fue Cajal”. Sin duda, Cajal es uno de los científicos más revolucionarios de la Historia de la Ciencia, junto a Darwin o Einstein, y quien creó la única escuela científica distinguida hasta hoy por la UNESCO.

 

 

Fernando de Castro Soubriet, Instituto Cajal, CSIC