Coral rojo: piedra, planta o animal

Autor:
  • Carmen Martínez

En el pasado, sus colonias grandes y arborescentes formaban auténticos bosques en miniatura. Hasta mediados del siglo XVIII se incluían en el reino vegetal. Es una de las especies más longevas del Mediterráneo que ha estado presente en la cultura de las civilizaciones ribereñas de este mar desde hace al menos 25.000 años. Debido a su gran valor económico, sus poblaciones han sido sobreexplotadas y esquilmadas. En el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) se conserva un bello ejemplar histórico que se exhibe en la exposición dedicada al Real Gabinete de Historia Natural.

 

coral rojo JMCLos corales pertenecen al filo de los cnidarios y, dentro de ellos, a la clase de los antozoos. El coral rojo (Corallium rubrum) es una gorgonia endémica del Mediterráneo y de los fondos rocosos del Atlántico adyacentes a este mar. A diferencia de otras gorgonias, que presentan un eje esquelético córneo y flexible, en el coral rojo está fuertemente calcificado. Su distribución en la actualidad es muy irregular y parcheada, concentrándose en determinados enclaves, por lo general poco accesibles, cuando antes se le encontraba en aguas relativamente superficiales. Parece ser que después del asentamiento de las larvas, solo prosperan aquellas colonias que se han instalado en lugares con ciertos requerimientos ecológicos, en los que la competencia con otras especies bentónicas, que también viven fijas al sustrato, no sea muy fuerte.


Vive exclusivamente sobre sustratos rocosos a los que llega poca luz, como cuevas, acantilados verticales y salientes, normalmente entre 30 y 200m de profundidad, aunque recientemente se han encontrado colonias vivas en fondos más profundos hasta los 1.000 m. Necesita cierto movimiento del agua para obtener su alimento, pero evita las zonas con elevada sedimentación o fuerte hidrodinamismo. La temperatura debe estar por debajo de 21oC, ya que se ha demostrado en el laboratorio que las exposiciones a más de 24oC son letales para la especie. Por ello, los episodios de calentamiento estival de la última década podrían diezmar de forma considerable las poblaciones más superficiales.


Su longevidad puede sobrepasar los 100 años, su crecimiento es extraordinariamente lento, su potencial reproductor es bajo y su capacidad de dispersión muy reducida. La mortalidad natural del coral rojo puede deberse a la competencia por el espacio con otros animales sésiles. Alrededor del 50% de la mortandad natural se produce por epibiosis, un recurso utilizado por algunos animales y plantas sésiles, que utilizan otros animales y plantas como sustrato de asentamiento; en el caso del coral rojo es ejercida principalmente por esponjas y ascidias.


Antiguamente era una “especie clave” en el ecosistema mediterráneo ya que desempeñaba un importante papel en cómo se estructuraba la comunidad coralígena. Su forma arborescente aumentaba la complejidad tridimensional del hábitat y la diversidad de especies de los afloramientos coralífenos. En la actualidad, podría decirse que el coral rojo se ha extinguido desde el punto funcional o ecológico, ya que no desempeña su papel primario en los fondos donde antaño dominaba, por lo que puede considerarse una especie accesoria. Existen registros históricos que documentan la existencia de enormes colonias de más de 50 cm de altura. Hoy en día no es posible encontrar aquellos pequeños bosques que formaba, sino solo pequeñas colonias sin ramificar.

 

Dibujo corales


En los últimos años, el coral rojo ha sido objeto de numerosos estudios genéticos que muestran que se trata de una especie muy endogámica. La investigación sugiere que las larvas se alejan poco de las colonias parentales y, generalmente, no superan los 10 m de radio. Apenas existe flujo genético entre sus poblaciones, incluso existe aislamiento entre las poblaciones superficiales y profundas en una misma zona. Por ello, si la especie ha desaparecido de una zona, no volverá a colonizarla de forma natural debido a su escasa capacidad de dispersión. Por otra parte, el lento crecimiento de las colonias determina que las poblaciones muy explotadas necesiten varias décadas para recuperarse.


Durante mucho tiempo se ignoró cuál era la naturaleza del coral. Para el filósofo griego Teofrasto (371-287 a. C.) se trataba de una gema roja, muy buscada para realizar diversos adornos y alhajas, que también tenía propiedades medicinales. Dioscórides (90-40 a. C.) habla de una planta curiosa, con cualidades que cambian cuando sale del agua. Precisamente, ese cambio es el origen de un mito, que se cuenta en la Metamorfosis de Ovidio, según el cual el coral nace de las gotas de sangre que caen del cuello de la Medusa tras ser decapitada por la espada de Perseo. Así, cuando el coral sale del mar se convierte en una piedra, lo que es acorde con la leyenda que cuenta cómo la cabeza de la Medusa petrificaba a quienes la miraban. Plinio, en el siglo I, también creía que era una planta que al entrar en contacto con el aire se endurecía, convirtiéndose en una piedra que pasaba de color verde a un rojo muy intenso.


Hubo que esperar a la segunda mitad del siglo XVIII para que los corales se incluyesen en el reino animal; incluso Linneo en la edición de 1747 de su Systema Naturae, colocó a corales y esponjas en el reino vegetal. Fue el médico y naturalista de Marsella Jean-André Peyssonnel quien en la década de 1720 realizó una serie de experimentos con corales que demostraron por primera vez que no eran vegetales ni minerales, sino que pertenecían al reino animal. Peyssonnel envió sus hallazgos a la Academia de Ciencias de París donde primero se burlaron y después le ignoraron, siendo aceptados varias décadas después. En 1753 se reconoció la naturaleza animal y sus afinidades con otros cnidarios, como anémonas, gorgonias e hidrozoos.

Coral rojo JM
El coral rojo es un elemento importante en la cultura ribereña mediterránea. Hace unos 25.000 años, en el Paleolítico superior, los humanos ya utilizaban trozos de coral rojo perforados y pulidos como adornos y amuletos, en ritos funerarios y por sus supuestas propiedades curativas. Los pescadores griegos y árabes los extraían con distintos artilugios hace 5.000 años. Con el tiempo llegaría a ser uno de los recursos más buscados para su intercambio en los mercados orientales. De la magnitud de su explotación en fechas más recientes dan cuenta los registros de 1830 que indican que el reino de Nápoles empleó 1.800 barcos de pesca de coral y 17.000 marineros.


En el Museo se exhibe un coral rojo de la época del Real Gabinete de Historia Natural (1771-1815). Este ejemplar de la Colección de Invertebrados (MNCN 2.04/173) procede posiblemente de los fondos del Gabinete de Pedro Franco Dávila, el primer director del Museo, que contaba con numerosos corales y esponjas. En el Archivo del MNCN también se conserva una lámina con un dibujo de corales blancos y rojos de la Colección Franco Dávila, sig. ACN110B/002/04869. El coral del Real Gabinete puede verse en detalle en la exposición digital del MNCN en Google Arts & Culture.


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