El Almacén Visitable del Museo Nacional de Ciencias Naturales alberga aves y mamíferos únicos

Autor:
  • Carmen Martínez

 

El Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) atesora algo más de siete millones de especímenes en sus colecciones zoológicas y geológicas, de los cuales aproximadamente 30.000 corresponden a aves y 27.000 a mamíferos. Lo que se muestra en este Almacén Visitable apenas representa el 2% de la colección de aves y mamíferos naturalizados; aun así, creemos que constituye un buen escaparate del alma del Museo.

 

Los ejemplares naturalizados de aves y mamíferos que actualmente están en peligro adquieren una especial relevancia ya que al margen de su valor histórico y científico son prácticamente irreemplazables, por lo que poseen un valor excepcional como testigos de la historia natural del planeta.


En este Almacén pueden contemplarse algunas especies cuya observación en la naturaleza sería una quimera. Tal es el caso del águila monera (Pithecophaga jefferyi), especie endémica de Filipinas, que está considerada como una de las rapaces más amenazadas del mundo. No fue descubierta hasta 1896 ya que, aunque se trata de un ave muy conspicua, su hábitat natural son los bosques tropicales primarios, muy poco accesibles. Aunque inicialmente se la denominó águila comemonos, es una rapaz oportunista cuya dieta incluye especies tan diversas como lémures, civetas, serpientes, varanos, cálaos, etc.


Pero si hablamos de especies raras una de las más curiosas es el charrán chino (Thalasseus bernsteini), un auténtico enigma para los ornitólogos. En 1937 se capturaron los últimos ejemplares reproductores en la costa china de Shandong y no ha sido hasta el año 2000, cuando se localizaron 4 adultos y 4 pollos en el archipiélago de Matsu, en la costa oriental de China, cuando se ha empezado a albergar alguna esperanza de recuperación. Actualmente, se estima que la población de está rarísima especie pelágica es inferior a los 50 individuos.


Entre las aves, el orden Psittaciformes que reúne a las cacatúas, loros y papagayos, tiene el dudoso honor de albergar a muchas de las especies más amenazadas del planeta. Dos de las especies catalogadas 'en peligro crítico' se encuentran en este Almacén. La cacatúa filipina (Cacatua haematuropygia), que 50 años atrás era una especie ampliamente distribuida por el archipiélago filipino, hasta el punto de que en algunas zonas se la consideraba una plaga por las pérdidas que provocaba en los cultivos de arroz y maíz; en la actualidad, se cree que podría extinguirse en tan sólo una década si no se evita el comercio ilegal y no se detiene la deforestación y destrucción de los manglares.


Otra de las especies en grave riesgo de extinción es el kakapo (Strigops habroptilus), un loro gigante endémico de Nueva Zelanda cuyo nombre común proviene del maorí y significa loro nocturno. Se trata de un ave singular: además de ser el loro de mayor tamaño y, posiblemente, el más longevo, es el único que no vuela. Sus hábitos, desarrollados en ausencia de predadores, le convirtieron en una presa fácil para los gatos, armiños y ratas, introducidos por los colonizadores polinesios y europeos. Actualmente, ha desaparecido de su hábitat original y sus ejemplares han sido traslocados a otras islas más pequeñas, libres de predadores, en las que se realiza un control exhaustivo lo que ha permitido que su población alcance el centenar de individuos.


La colección de palomas resulta especialmente atractiva por la diversidad de su procedencia geográfica, ya que hay ejemplares de Asia, América y Australia; por su antigüedad, hay palomas colectadas durante la Expedición del Pacífico y otras procedentes de la Exposición General de Filipinas; por su grado de amenaza; y por su llamativo plumaje, muy distinto al de las palomas europeas. Entre las más amenazadas hay que mencionar la paloma perdiz cubana (Starnoenas cyanocephala), endémica de Cuba; la gura victoria (Goura victoria) que se distribuye por Indonesia y Papúa Nueva Guinea, y se caracteriza por su llamativa cresta y su gran tamaño; y la paloma manumea (Didunculus strigirostris) del archipiélago polinesio, antecesora según algunos autores del extinto dodo.


Los ejemplares de colibríes que se exhiben pertenecieron a la colección del prestigioso naturalista francés del siglo XIX Adolphe Boucard que la donó al Museo. Entre ellos, llama la atención el colibrí zunzunito (Mellisuga helenae) de Cuba que, con un peso inferior a los 2 gramos, es el ave más diminuta del mundo.


Una de las colecciones más interesantes del Almacén es la de los primates, con un gran número de ejemplares de muy diversa procedencia, algunos de ellos colectados durante la Expedición al Pacífico, y que reúne 16 especies catalogadas como amenazadas, tres de las cuales se encuentran 'en peligro crítico'.


El lémur rufo blanco y negro (Varecia variegata) es un mono arborícola, endémico de Madagascar, cuya supervivencia está seriamente amenazada por la destrucción del bosque tropical. El ejemplar que se muestra es particularmente valioso ya que, según el prestigioso zoólogo Ángel Cabrera, podría ser uno de los mamíferos más antiguos del museo.


Entre los monos del nuevo mundo hay que mencionar al tamarino cabeza de algodón (Saguinus oedipus), también llamado tití cabeza blanca, que es endémico de Colombia. La masiva captura de ejemplares vivos para la investigación biomédica en los años 60 y 70, junto con el comercio ilegal como mascota y la destrucción de su hábitat, han tenido un impacto demoledor sobre este primate.


De gran interés es el macho joven de macaco negro crestado (Macaca nigra) que fue donado al museo en 1886. Esta especie es endémica de las islas Célebes (Indonesia) y actualmente se encuentra en peligro de extinción. Una de las mayores amenazas, incluso superior a la destrucción del hábitat, es la caza: entre la población cristiana de las islas su carne se considera una exquisitez que se consume en navidad y en otras celebraciones; aunque la población musulmana no la come por cuestiones religiosas, si captura ejemplares para venderlos.


El mono narigudo (Nasalis larvatus) es endémico de la isla de Borneo donde ocupa bosques ribereños y manglares. Resulta inconfundible por su cara rosada y su prominente nariz, especialmente abultada en los machos. El ejemplar que se exhibe es un macho que se obtuvo por intercambio con el Museo de París en 1852.


La colección de armadillos aúna singularidad y valor histórico. Por una parte, constituyen un grupo muy antiguo, del que se han encontrado placas óseas fosilizadas correspondientes al Paleoceno Superior en Sudamérica; y por otra, algunas de las especies desempeñan un importante papel en la investigación de enfermedades infecciosas al ser portadoras de diversos patógenos causantes de enfermedades como la lepra y el mal de Chagas. Además, algunos de los ejemplares son valiosos por su relevancia histórica, como el armadilllo de nueve bandas (Dasypus novemcinctus), regalado al Museo en 1873, y el piche patagónico (Zaedyus pichiy) procedente de la Expedición al Pacífico.


Un animal curioso, al que anteriormente se le conocía por el nombre de lémur volador, es el colugo (Galeopterus variegatus), que no es un primate ni tampoco un quiróptero, sino un dermóptero que vive en los bosques tropicales del sudeste asiático. Tiene las extremidades unidas por una membrana o patagio lo que le permite planear de un árbol a otro, pudiendo llegar a recorrer grandes distancias. Este ejemplar, comprado en París, ya aparece en el catálogo de Graells (1846).


La chinchilla de cola larga (Chinchilla lanigera) es un roedor endémico de Chile que ha sufrido una persecución implacable por su bellísima piel, que ya era utilizada en tiempos precolombinos para confeccionar abrigos. La magnitud de la cacería la proporciona el dato objetivo de la exportación anual de hasta 500.000 pieles, lo que ha colocado a la especie al borde de la extinción. El ejemplar que se muestra corresponde a un macho adulto comprado en Chile en 1862, durante la Expedición al Pacífico.


Entre los ungulados, resulta especialmente llamativo el ciervo ratón filipino (Tragulus nigricans), endémico de las islas Filipinas, que no supera el tamaño de un conejo. Los machos carecen de astas pero tienen dos colmillos que emplean para defenderse de los machos rivales. De los ejemplares expuestos, tres proceden del Museo de Ultramar.


Para finalizar, hemos elegido el ejemplar adulto de hipopótamo pigmeo (Choeropsis liberiensis). Esta especie vive en zonas boscosas del Golfo de Guinea, pero siempre cerca de ríos y ciénagas ya que, debido a la estructura de su piel, es muy dependiente de la presencia de agua. Su supervivencia en la naturaleza, al igual que la de otras muchas especies con las que comparte espacio en este Almacén Visitable, está en peligro.