El dinosaurio más popular

Autor:
  • Carmen Martínez

La réplica del esqueleto de Diplodocus carnegii que se exhibe en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) desde 1913, tuvo una gran repercusión social ya que durante siete décadas fue el único dinosaurio montado en la península ibérica. Además de despertar el interés del público por la paleontología, afianzó al Museo en el ámbito internacional.


Durante milenios el hombre había estado encontrando huesos de dinosaurios sin saber lo que eran, hasta que el paleontólogo británico Richard Owen quedó asombrado con los restos fósiles que habían aparecido en el sur de Inglaterra en el siglo XIX. Nos referimos al Megalosaurus en 1824, el Iguanodon en 1825 y el Hylaeosaurus en 1833. Owen pensó que estos animales formaban un grupo de saurios claramente diferenciado y redactó un informe que presentó en la reunión anual de la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia que se celebró en 1841, proponiendo el superorden Dinosauria, cuya traducción del griego sería “lagartos terribles".


Hubo que esperar a 1877 para que se descubrieran los primeros fósiles de Diplodocus en unos afloramientos del Jurásico superior en Cañon City (Colorado). Esos restos fueron descritos por el paleontólogo norteamericano Othniel Charles Marsh quien, gracias a la fortuna que le había legado su tío el financiero George Peabody, realizó sucesivas expediciones a las montañas Rocosas para buscar los restos de dinosaurios. En 1878 dio nombre al género Diplodocus, a partir de las vértebras de la cola y los fragmentos de las patas que había encontrado su equipo.


Sin embargo, la especie más popular del género aún tardaría dos décadas en aparecer. En este hallazgo jugó un importante papel la fascinación que el financiero y filántropo estadounidense Andrew Carnegie sentía por los dinosaurios, que le llevó a fundar el Carnegie Museum of Natural History en 1896. Cuando a finales de 1898 leyó en el New York Journal and Advertiser “el animal más colosal de la Tierra acaba de ser encontrado en el Oeste”, no dudó en intentar conseguirlo para su museo de Pittsburgh.

 

Inaguración
Inauguración de la nueva sala del Museo en la que se exhibió el montaje del esqueleto de Diplodocus carnegii, 2 de diciembre de 1913. Imagen: Patrimonio Nacional.


Y así fue como en la primavera de 1899 el magnate financió una excavación para la búsqueda del dinosaurio, que afortunadamente culminó con éxito. El 4 de julio de 1899 el jefe del Laboratorio de Paleontología del museo, Arthur S. Coggeshall, y su equipo descubrieron un esqueleto bastante completo en la Formación Morrison del Jurásico superior en Wyoming. Como no estaba completo, hubo que añadir algunas piezas de otro esqueleto encontrado en ese mismo yacimiento al año siguiente. Una vez montado quedó depositado en el Museo de Pittsburg. Se trata del esqueleto más completo de Diplodocus carnegii, que fue descrito por el paleontólogo americano John Bell Hatcher, quien le dio este nombre en honor a su mecenas.


Este gigantesco reptil no solo cautivó al magnate del acero, sino que también llamó poderosamente la atención del rey Eduardo VII del Reino Unido. Así, en 1902, mientras Carnegie veraneaba en su castillo de Escocia, recibió la visita del monarca que, en cuanto vio el dibujo que Hatcher había hecho del diplodocus, le solicitó un dinosaurio para el museo de Londres. Entonces Carnegie, consciente de lo improbable que era encontrar otro ejemplar, le ofreció una copia exacta del original.


El intercambio de moldes de fósiles entre museos no era nada nuevo. Desde el punto de vista museístico los moldes eran más fáciles de manejar, ya que su montaje requería menos cuidado que cuando se exhibían fósiles originales. Por otra parte, los moldes también eran valiosos desde una perspectiva científica, pues permitían avanzar en la investigación.

diplodocus londres
Presentación de la primera réplica del diplodocus en el Museo de Historia
Natural de Londres, 12 de mayo de 1905. Imagen: Wikipedia.


La presentación de la réplica del diplodocus en el British Museum of Natural History en 1905 contó con la asistencia de numerosas personas de todas las esferas sociales, especialmente de la élite científica. Maravillados por el éxito del dinosaurio, conocido popularmente como “Dippy”, otros países también pidieron copias al magnate, que no dudó en donarlas a los jefes de estado de las naciones que las solicitaban. Así fue como Berlín y París instalaron su diplodocus en 1908, Viena y Bolonia en 1909, San Petersburgo en 1910, La Plata en 1912 y Madrid en 1913. Como Andrew Carnegie falleció en 1919, Ciudad de México tuvo que esperar a 1928 para conseguir su diplodocus, que fue regalado por su viuda.


Pero ¿qué sabemos del diplodocus del MNCN? Gracias a la documentación que se conserva en el Archivo del MNCN (sig. ACN0303/002 y ACN0275/017) podemos reconstruir la historia de nuestro ejemplar. En octubre de 1911 el director del Museo, Ignacio Bolívar, escribió al Ministro de Estado para que se hiciese una petición oficial firmada por el rey Alfonso XIII. En abril de 1912, William J. Holland, director del museo de Pittsburgh, escribió a Bolívar confirmándole que se estaba realizando la reproducción de Diplodocus carnegii y un año después le volvió a escribir para comunicarle que el esqueleto estaba a punto de embalarse. Mientras tanto, el Museo solicitó al monarca un local suficientemente espacioso para exhibirlo, sugiriendo que una buena opción podía ser la rotonda del Palacio de la Industria y de las Artes, propiedad de la Escuela de Ingenieros Industriales.


La réplica del esqueleto salió del puerto de Nueva York el 5 de septiembre de 1913 en 34 cajas que pesaban 4.082 kg. Fueron trasladadas en el vapor Montserrat y llegaron al puerto de Barcelona el 19 de septiembre. Carnegie costeó los gastos del transporte hasta Nueva York y del embarque, y el marqués de Comillas, presidente de la Compañía Trasatlántica Española, facilitó el transporte gratuito en el barco. Por último, el traslado de Barcelona a Madrid se realizó por tren. El 11 de noviembre los americanos Holland y Coggeshall llegaron a Madrid para montar el esqueleto con la colaboración del personal del Museo, en el Pabellón de Cristal de la Escuela de Ingenieros.

Cráneo
Molde del cráneo regalado por el Carnegie Museum en 1935. Imagen: Servicio de Fotografía MNCN.


Finalmente, el 29 de noviembre de 1913 el esqueleto montado de Diplodocus carnegii se exhibió al público y el 2 de diciembre tuvo lugar la inauguración, que contó con la presencia de la reina María Cristina y la infanta Beatriz. El único cambio importante realizado respecto al montaje original fue la sustitución en 1988-1989 de la peana de madera por un enrejado metálico moderno. Hay que decir que sólo en París, Viena y Madrid se ha respetado el montaje histórico. En 1935 se trasladó el esqueleto a una nueva sala, donde se conserva en la actualidad. Ese mismo año se recibió el regalo de un segundo cráneo, que se exhibe en la sala junto con el esqueleto de diplodocus.


Como curiosidad, hay que recordar que nuestro ejemplar inspiró la canción “El Diplodocus” incluida en la película “Acompáñame”, protagonizada por Rocío Dúrcal en 1966 y grabada en la sala de paleontología del Museo.

 


Referencias bibliográficas:


Hatcher, J. B. 1901. Diplodocus (Marsh), its osteology, taxonomy, and probable habits, with a restoration of the skeleton. Memoirs of the Carnegie Museum, 1 (1): 1-90.


Nieuwland, I. 2010. The colossal stranger. Andrew Carnegie and Diplodocus intrude European Culture, 1904–1912. Endeavour, 34 (2): 61-68. https://doi.org/10.1016/j.endeavour.2010.04.001


Otero, A. Gasparini, Z. 2014. The history of the cast skeleton of Diplodocus carnegii Hatcher, 1901, at the Museo de la Plata, Argentina. Annals of Carnegie Museum, 82(3): 291-304.


Sánchez Chillón, B., Pérez García, A. 2013. Diplodocus carnegii: 100 años en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, 1913-2013. Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. 38p. http://libros.csic.es/product_info.php?products_id=738


Pérez García, A., Sánchez Chillón, B. 2009. Historia de Diplodocus carnegii del MNCN: primer esqueleto de dinosaurio montado en la Península Ibérica. Revista Española de Paleontología, 24 (2), 133-148.