El gorrión blanco que inspiró a un artista

Autor:
  • Carmen Martínez

El vínculo entre los humanos y los gorriones comunes se remonta a unos 11.000 años atrás. Nos han seguido allá donde hemos ido. Su éxito ha sido tan grande que han colonizado la mayor parte del planeta. Además son inspiradores para los humanos, como el gorrión albino del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) que ha tenido la ocasión de compartir protagonismo con Las Meninas de Velázquez en el Museo del Prado.


Hablamos del ave más popular a nivel mundial: el gorrión común (Passer domesticus). Una especie que hasta hace dos siglos solo podía encontrarse en Eurasia pero que a partir de entonces acompañó a los europeos a colonizar el mundo. En las décadas de 1850 y 1860 fueron introducidos en los Estados Unidos, expandiéndose rápidamente por este país, la mayor parte de Canadá y México a principios del siglo XX. En América del Sur se han introducido varias veces, en Argentina a finales de 1800, y en Chile y Brasil a principios del siglo XX. En Australia y Nueva Zelanda se introdujeron a principios de la década de 1860, mientras que en Sudáfrica lo hicieron alrededor de 1900, expandiéndose al norte hasta llegar a Tanzania.


El éxito global del gorrión común parece estar asociado a un par de genes que les permiten comer y digerir granos ricos en almidón, que no se encuentran en la población de gorriones domésticos no urbanos confinados en las estepas de Asia Central. Uno de ellos es el gen COL11A, que regula el desarrollo del pico y del cráneo, haciendo que los gorriones urbanos tengan un pico más grande y un cráneo más robusto que les permite abrir semillas más duras como las utilizadas en la agricultura. También tienen el gen AMY2A, que codifica la enzima amilasa, ayudándoles a digerir el almidón, un carbohidrato complejo que se encuentra en cultivos básicos como el trigo y el maíz.

 

Gorrión jmc
Macho de gorrión común (Passer domesticus). Imagen: José María Cazcarra.

Lo cierto es que los gorriones empezaron a vivir cerca de asentamientos humanos, a comer semillas cultivadas por los humanos y a seguirlos allá donde fueran. Por eso no resulta extraño que sea capaz de sobrevivir en un entorno tan insólito como una mina de carbón. Este escenario se ha registrado en varias ocasiones en Reino Unido, el más sorprendente y mejor documentado es el caso de la mina de Frickley Colliery en Yorkshire, donde dos gorriones vivieron a una profundidad de 640 m durante casi tres años y un tercero durante casi dos años; incluso una pareja anidó en 1977 y crio tres jóvenes, aunque no sobrevivieron.


El problema de este vínculo es que se ha convertido en una dependencia tan estrecha que es muy raro encontrar gorriones fuera del ámbito urbano o en aquellos lugares donde no haya ningún tipo de construcción humana. Lo cual deja el destino de la especie en nuestras manos, y este futuro no parece muy halagüeño. Como deseamos que los gorriones no se vayan de nuestras ciudades como ha ocurrido en Londres, donde han desaparecido el 90-95%, vamos a contar una anécdota curiosa.

 

Cuando Jean Piaget tenía 11 años escribió un breve texto sobre un gorrión albino que vio en un parque, Un moineau albinos, que se publicó en 1907 en Le Rameau de Sapin, una publicación de la sociedad de naturalistas aficionados de Neuchâtel. Esta nota se considera como el punto de partida de la carrera científica del brillante psicólogo y biólogo suizo considerado el padre de la psicología evolutiva.


No resulta extraño que aquel gorrión llamase poderosamente la atención de Piaget, del mismo modo que el gorrión albino del MNCN despertó el interés del artista Miguel Ángel Blanco cuando lo vio la primera vez que visitó el Museo en 1985, hasta el punto de que tres décadas después lo elegiría para “El vuelo del gorrión albino”, una de las intervenciones en su exposición Historias Naturales en el Museo del Prado, ya que el  blanco perlado del pájaro le recordaba los blancos rotos que usa Velázquez en su pintura.

 

Gorrión Piaget
Nota publicada por el psicólogo evolutivo Jean Piaget sobre un gorrión albino en 1907
en Le Rameau de Sapin. Imagen: Bibliothèque publique et universitaire de Neuchâtel.

Las aves despliegan una sorprendente diversidad de colores, gran parte de los cuales son producidos a partir de pigmentos como las melaninas que son responsables de los colores marrón, gris y negro, o los carotenoides que dan lugar a colores rojos, amarillos y naranjas. La eumelanina y los carotenos determinan la coloración de la piel y el pico, mientras que el color de los ojos, se debe a la eumelanina. En ocasiones se producen aberraciones cromáticas por perturbaciones en la síntesis de melanina, que pueden influir en la pigmentación final del plumaje, modificando la fisonomía del ave.


En el gorrión común las aberraciones de color se conocen desde hace mucho tiempo, aunque históricamente no fueron reconocidas como tales. El zoólogo y filósofo francés Mathurin Jacques Brisson cita en su Ornithologia sive Synopsis Methodica (1760) una “especie” con plumaje blanco, pico y patas amarillas, y ojos oscuros, a la que llamó Passer candidus (blanco brillante en latín), mencionando también al Passer albus citado por Aldrovandi (1599). El espécimen del que habla Brisson estaba en el gabinete del científico francés René-Antoine Ferchault de Réaumur, que poseía una de las colecciones de aves más ricas de la época, y de la que Brisson era conservador.


El albinismo es una mutación que inhibe totalmente la producción de melanina en las células, por lo que las aves albinas carecen de pigmentación en plumas, ojos y piel. Aunque la mutación no es infrecuente, los gorriones albinos rara vez se observan en la naturaleza porque la falta de melanina en los ojos los hace muy sensibles a la luz y con poca profundidad de visión. Esta deficiencia los hace vulnerables, por lo que rara vez los albinos sobreviven a la etapa juvenil.


Otra mutación que puede dar lugar a individuos totalmente blancos es el leucismo, que consiste en una serie de defectos en las células productoras de melanina (melanocitos) que provocan la falta de pigmentación en toda o parte de la piel, o plumaje, del animal. En el gorrión común se encuentran individuos completamente blancos de vez en cuando, pero el leucismo parcial parece ser extremadamente raro.

El encanecimiento progresivo es probablemente la aberración del plumaje más común. Este desorden asociado a la edad, suprime la formación de melanina cuando un individuo alcanza cierta edad, dando lugar a la pérdida creciente de pigmento con el tiempo. Las aves adquieren una mayor proporción de plumas blancas tras cada muda, hasta mostrar un plumaje completamente blanco. Parece ser la causa más común de las plumas blancas en los gorriones.

 

Gorrión Prado
“El vuelo del gorrión albino” Diego Velázquez, Las Meninas o La familia de Felipe IV, 1656. Imagen: Pedro Albornoz.

El leucismo y el envejecimiento progresivo son difíciles de distinguir en el campo. El patrón blanco causado por el leucismo normalmente es parcheado y simétrico bilateralmente, mientras que el encanecimiento progresivo en sus primeras etapas muestra plumas blancas esparcidas al azar, que finalmente dan como resultado que todo el plumaje sea blanco.


De este gorrión albino, desconocemos el motivo de su color enteramente blanco, sólo podemos decir que se trata un macho de gorrión común colectado en Cuenca el 30 de octubre de 1935, que se encuentra en la colección de Aves del museo con el número de catálogo MNCN_19581. Más allá de su valor científico o educativo este ejemplar nos recuerda la conexión que existe entre el arte y la ciencia, que le ha llevado a ser exhibido en el Museo del Prado, edificio que, casualmente, el rey Carlos III había proyectado para instalar el Museo de Ciencias Naturales.


Referencias bibliográficas:


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