El misterio de las astas humanas del Real Gabinete

Autor:
  • Carmen Martínez

A finales del siglo XVIII llegaron al Real Gabinete de Historia Natural dos protuberancias córneas que un cirujano de la Corte había amputado a un caballero murciano. En el Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) se conserva toda la documentación relativa a este hecho tan curioso, aunque las astas han desaparecido.

 

liebre bruPara los griegos antiguos el cuerpo humano tenía una relación mística con el universo. Cuando la naturaleza dotaba a las criaturas de malformaciones físicas se consideraba una señal de los dioses. En De generatione animalium (siglo IV a.C.), Aristóteles consideraba los nacimientos anómalos como teras, que significa monstruo en griego, vocablo que da nombre a la teratología o ciencia que estudia las anomalías o monstruosidades humanas, de animales y plantas. Fue el médico italiano Ulisse Aldrovandi (1522-1605), quien en su enorme compendio de teratología Monstrorum Historia, publicado póstumamente en 1642, ofreció una visión del monstruo alejándose de las creencias e intentando encontrar una explicación razonable desde el punto de vista de la ciencia.

lagarto BruCuando se fundó el Real Gabinete, los médicos y cirujanos de la época estaban interesados en conseguir objetos y piezas extravagantes para exhibir en sus "gabinetes de curiosidades". La mayoría de ellas estaban relacionadas con tumores y enfermedades, pero también había malformaciones congénitas.

El MNCN no fue ajeno a esa corriente y en su primera etapa reunió monstruosidades y anomalías teratológicas humanas y animales, no por su interés científico sino por la gran curiosidad que despertaban en el pueblo llano, que se sentía atraído por los fenómenos insólitos. Precisamente, la primera publicación del Real Gabinete fue Colección de Láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Juan Bautista Bru.

Es en este contexto cuando se produce la llegada al Real Gabinete de dos astas humanas, cuya historia es la que sigue. En abril de 1767, un caballero del Reino de Murcia se presentó en la casa del cirujano Joseph Correa, en Madrid, para que le examinase dichas monstruosidades que para Correa eran palos de madera del aire. Según el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes (1787) del padre Esteban de Terreros, la expresión “madera del aire” era una locución más culta que la voz “cuerno”; es decir, esta metáfora se utilizaba para no llamar cornudo a quien lo era.

dibujo aldrovandiMientras el médico inspeccionaba las sorprendentes protuberancias de aquel desdichado, que eran “del mismo color, dureza, sustancia y figura que las de un cordero“ el hombre le confesó que había recorrido distintos lugares a fin de que se las cortasen, pero ningún cirujano quiso realizar la operación. Correa aceptó el encargo de amputar los cuernos, para lo que utilizó “una sierra armada con su votante de hierro y mango de madera torneado”. Cuando el paciente vio la sierra se asustó, pero Correa le tranquilizó, diciéndole que no había nada que temer. Durante la operación, que duró una media hora, dos colegas de profesión ayudaron al cirujano sujetando al hombre. Se trataba de Gerónimo López y Francisco Loyti, que después declararían que Correa decía la verdad. Loyti comentó que al cornudo “se le divisaron dos bultos que llamaban de monstruosidad por hallarse en persona racional”, mientras que López dijo que eran similares a “cuernos de cordero [...] por el color y la dureza, dificultad en su sierra y el polvo que esta arrojaba”.

carta astasPero, ¿quién era aquel infortunado? Ninguno de los testigos se atrevió a preguntarle el nombre, pero todos señalaron que era murciano. Cándida Trijueque, que vivía en la casa de Correa, también testificó, indicando que el paciente llevaba un vestido militar color perla y una venera (insignia distintiva) de la Orden de Santiago con un cordón encarnado. Otros testigos del suceso, por encontrarse en la casa cuando se presentó el visitante, eran Manuel Gómez y Andrés Colomo, ambos cirujanos navarros, y el platero Juan Yanguar. Todos ellos, salvo Yanguar que estaba enfermo, ratificaron sus testimonios ante el escribano público del Rey don Carlos González.

Cuando el Conde de Floridablanca conoció lo sucedido envió las astas a José Clavijo, vicedirector del Real Gabinete, junto con una carta para que las ingresase en el museo. Más tarde, Clavijo le contestó que tan singulares trofeos se expondrían en el gabinete junto al acta que acreditaba este suceso extraordinario. El 28 de febrero de 1787, fue Enrique Izquierdo, director del museo, quien comunicó al conde de Floridablanca que las astas ya estaban colocadas en el Real Gabinete.

Toda la documentación relativa a las astas se conserva en el archivo del MNCN (sig. ACN0089/009), si bien su paradero se desconoce. A raíz del desalojo del museo de la Real Academia de Bellas Artes a finales del siglo XIX, los ejemplares teratológicos y las colecciones de anatomía humana que había en él se trasladaron a la Facultad de Medicina. Lo cierto es que no se tienen noticias de ellas, por lo que nunca sabremos si eran reales o una simple superchería.

perra davilaLo que sí sabemos es que un cuerno cutáneo (Cornu cutaneum) es una lesión tumoral poco común, generalmente de aspecto cónico, que se desarrolla en la piel y está formada principalmente por queratina. Su aspecto es idéntico a los cuernos de los animales, pero carece de tejido óseo en su interior. Una anomalía sin duda muy llamativa que, hasta donde nosotros sabemos, no guarda relación alguna con los complejos avatares de la vida sentimental.

Referencias bibliográficas:

Aldrovandi, U. 1642. Monstrorum historia, cum Paralipomenis historiae omnium animalium / Bartholomaeus Ambrosinus ... labore et studio volumen composuit; Marcus Antonius Bernia in lucem edidit propriis sumptibus ...

Bru de Ramón, J. B. 1784-1786. Colección de láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid. Tomo I y Tomo II.

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