La recolección de miel en la Prehistoria

Autor:
  • Carmen Martínez

En una de las cuevas de la Araña de Bicorp (Valencia) hay una pintura rupestre que representa a dos figuras humanas recolectando miel. Esta escena, donde aparecen las primeras representaciones de abejas de la historia, se conserva en el Archivo Histórico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), gracias al calco y a la lámina realizados por el dibujante Francisco Benítez Mellado en 1920.

 

pintura rupestre recoleccion miel
Parte principal de la escena de recolección de miel dibujada por Francisco Benítez
Mellado  en las cuevas de la Araña. Imagen: Archivo MNCN, sig. ACN80A-003-004.

Una manera de conocer la historia de la ciencia en España es rastrear en el Archivo del MNCN, cuyos fondos reunen abundante documentación sobre Ciencias Naturales desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Una colección especialmente valiosa es la de calcos de arte rupestre fruto del trabajo de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP), creada por Real Orden de 28 de Mayo de 1912 para promover el conocimiento de la prehistoria y la paleontología. Su impulsor fue el geólogo y paleontólogo Eduardo Hernández Pacheco, que entonces dirigía la Sección de Geología del Museo.

La Comisión se estableció en el MNCN y su presidente fue el Marqués de Cerralbo, cuyos conocimientos de prehistoria y arqueología fueron muy importantes para el desarrollo de la CIPP. Estaba formada por un equipo de prehistoriadores y arqueólogos que, desde 1911 hasta el inicio de la Guerra Civil en 1936, estuvo recorriendo la geografía española a la búsqueda de abrigos y cuevas con arte prehistórico parietal. En ellas, los dibujantes calcaban los dibujos originales de las paredes en papel cristal translúcido (calcos) y después dibujaban o recreaban las composiciones primitivas utilizando papel más rígido (láminas), que ilustrarían los textos científicos elaborados por la Comisión. A lo largo de sus casi 25 años realizó en torno a 2500 dibujos que custodia el Archivo.

El descubrimiento de las pinturas prehistóricas en Bicorp (Valencia), datadas en el mesolítico, hace 8000-6000 años, fue presentado por Eduardo Hernández Pacheco a la Sociedad de Historia Natural en 1920 en nombre de su descubridor, el profesor de geografía Jaime Poch y Garí, quien expresó su deseo de que fuese la CIPP quién realizase el estudio científico. Para acometerlo, la Comisión organizó una expedición en la que participaron Eduardo Hernández Pacheco como jefe de trabajos de la Comisión, el dibujante Benítez Mellado como auxiliar artístico y el ayudante de geología del Museo Francisco Hernández Pacheco como auxiliar técnico y fotógrafo; a este viaje se sumó después el señor Poch.

En esta localidad levantina hay tres cuevas, que podrían haber servido de morada a humanos del epipaleolítico: la principal, que no es muy profunda y en la que no hay pinturas, y dos más a la derecha en las que pueden verse más de cien figuras humanas y animales protagonizando distintas escenas, fundamentalmente de caza. El color de las figuras es rojo ladrillo, que destaca sobre el color amarillo rojizo de la roca. Durante la campaña que llevó a cabo la Comisión se realizaron casi 150 calcos y copias directas de las tres cuevas del barranco en el que fueron identificadas las pinturas.

Sin duda, la escena de recolección de miel es una de las más interesantes del arte prehistórico. Está muy bien conservada y destaca por su situación en el centro del espacio que ocupan las demás escenas pictóricas, en la tercera cavidad de las cuevas de la Araña. Es una escena realista, ya que en las grietas de las peñas donde se sitúa la cueva, abundan los enjambres de abejas. Y en invierno, cuando están adormecidas con el frío, los campesinos acostumbran a coger los nidos para aprovechar su miel. Para trepar se sirven de escalas y cuerdas, tal y como se aprecia en el dibujo de la cueva.

copia calcos
Francisco Benítez Mellado y Jaime Poch y Garí calcando un dibujo in situ en las Cuevas de la Araña, 
Bicorp (Valencia). Imagen: Archivo MNCN, sig. ACN002/003/06876.

Un detalle que llama la atención es que el autor se ha servido de un pequeño agujero natural que había en la roca para representar el hueco donde vivía la colonia de abejas. Si nos fijamos en las dos figuras humanas que se ven en el mural, uno de ellos está junto a la oquedad, donde mete el brazo mientras se sujeta a la escala con las piernas. Con la mano que le queda libre sostiene un recipiente donde, supuestamente, guarda los panales. El otro individuo sube por la escala con otro recipiente similar al de su compañero colgado de su espalda. Si observamos detalladamente, se aprecia cómo las cuerdas se desvían de la vertical, debido al peso del hombre que sube por ellas.

Las abejas que revolotean alrededor del panal no hacen sino expresar el naturalismo de la escena. Es verdad que su tamaño es desproporcionado, pero no deja de ser una escena de gran belleza. Respecto a las figuras humanas, que van desnudas, la inferior es muy esquemática, mientras que la superior, aunque no se aprecia ninguna indumentaria, sí parece llevar el cabello recogido en un moño. Por otra parte el recipiente que llevan, uno a la espalda y el otro en la mano, bien podría ser una vasija con un asa a modo de zurrón de piel, o un capacho de palma o esparto. Ambas hipótesis son coherentes con el uso que los hombres prehistóricos harían de esos materiales, que en el caso del esparto fue un material muy utilizado en el Levante y sureste de España.

Esta escena ha sido reproducida en multitud de ocasiones en los trabajos que versan sobre la historia de la apicultura. Nadie sabe cuándo comenzó la recolección de miel. Se cree que es anterior al año 2450 a. C., cuando la apicultura aparece por primera vez en las representaciones de jeroglíficos egipcios. Según la mitología egipcia cuando el dios del sol Ra lloraba sus lágrimas se convertían en abejas al tocar el suelo, por lo que la miel era un regalo divino. La recolección y consumo de miel fue algo común a lo largo de la prehistoria, aunque el arte rupestre levantino constituye la primera fuente documental.

El calco de la escena de recolección de miel que protagoniza esta entrada está realizado en tinta china sobre papel vegetal (Archivo MNCN, sig. ACN130/19) y la lámina es una aguada a color sobre papel de gramaje grueso, que imita el color y la textura de la pared de la cueva (Archivo MNCN, sig. ACN80A/003/00458).

Referencias bibliográficas:

Bellés, X. 1997. Los insectos y el hombre prehistórico. Boletín de la Sociedad Entomológica Aragonesa, 20: 319-325.

Hernández-Pacheco, F. 1921. Escena pictórica con representaciones de insectos de la época paleolítica. Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, Tomo del Cincuentenario: 62-67.

Hernández-Pacheco, E. 1920. Noticia relativa a las pinturas rupestres del barranco de la Rebolla, término de Bicorp, en la provincia de Valencia. Comunicaciones verbales por E. Hernández-Pacheco. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 20: 58-61.

Hernández-Pacheco, E. 1924. Las pinturas prehistóricas de las Cuevas de la Araña (Valencia): (Evolución del Arte Rupestre de España). En: Memorias de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, nº 34. Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid.

Sánchez Chillón, B. (coord.). 2018. El arte rupestre en el arco mediterráneo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid. 166 pp.