Los lobos del Museo cumplen cien años

Autor:
  • Carmen Martínez

 

Son testigos de otra época, cuando los lobos eran comunes en los montes peninsulares. En 1964, un autor anónimo certificaba la supuesta desaparición del lobo en los montes de La Mancha (Ciudad Real), lugar de donde proceden estos lobos. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe este espléndido montaje de los hermanos Benedito en el centro de la sala dedicada a la fauna ibérica.

 

Pocas especies despiertan sentimientos tan antagónicos como lo hace el lobo (Canis lupus). Por un lado está la visión romántica de la población urbana, que ve la naturaleza como un espacio para el disfrute y el entretenimiento, y otra, bien diferente, la de la gente que vive en el medio rural cuya percepción es más pragmática ya que dependen de sus recursos para vivir.


En siglos pasados los lobos eran comunes en todas aquellas áreas del hemisferio norte donde hubiese grandes ungulados. Pero la coexistencia con el hombre en los territorios donde había ganado nunca fue fácil. En estas zonas la conflictividad era continua, lo que provocó un hostigamiento despiadado durante la segunda mitad del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, que terminó con un brutal descenso de sus efectivos y que llevaría a su extinción en varios países europeos.


Los lobos ibéricos siguieron un destino similar. Durante gran parte del siglo XIX eran una especie común en la península, disminuyendo progresivamente hasta llegar al borde de la extinción en los años 70 del pasado siglo. En este exterminio jugaron un papel fundamental las Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza, que funcionaron entre los años 1944 y 1968. Una muestra de la 'eficacia' de estas Juntas es la recompensa por la muerte de 1.470 lobos entre los años 1954 y 1962, que figuran en el Archivo de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza.


En el año 1971, el lobo dejo de ser considerado una alimaña para pasar a ser una especie cinegética. Entonces los escasos lobos que habían sobrevivido se encontraban acantonados en las montañas del norte, junto con algún grupo residual en el sur y el oeste peninsular. Afortunadamente, la situación cambió a partir de esta fecha en la que se empezaron a suscribir diversos convenios internacionales que regulaban la protección de la fauna silvestre. Gracias a esas medidas de protección las poblaciones se han ido recuperando, aunque en gran parte del país la especie ha desaparecido.


Pero volvamos a los lobos del Museo, que son los protagonistas de esta entrada. Hablamos de un diorama que muestra dos lobos adultos y un lobezno que escenifican una familia, en la que el macho ocupa una posición dominante. El montaje es un ejemplo del impulso renovador que supo darle al Museo su director Ignacio Bolívar. Aprovechando el traslado a su nueva sede en el Palacio de la Industria y de las Artes en 1910, Bolívar acometió la tarea de modernizar las exposiciones para acercar la fauna ibérica a los ciudadanos y así aumentar la difusión de las ciencias naturales,para lo cual fue decisiva la incorporación de los hermanos José María y Luis Benedito, unos taxidermistas valencianos que llevarían a cabo las mejores naturalizaciones con las que cuenta el museo.

 

En el Archivo del MNCN encontramos cartas y fotografías que nos permiten indagar cómo llegaron los lobos al Museo y cuál fue el proceso de taxidermia. Una breve correspondencia entre José María Benedito y el cazador Juan Luis de Ibarra, entre enero y febrero de 1917, revela detalles de los dos lobos adultos, un macho y una hembra, que fueron cazados en la encomienda 'Navas de la Condesa' de Almuradiel (Ciudad Real). En este intercambio epistolar J. M. Benedito daba unas indicaciones de cómo debía prepararse el animal para su conservación, habida cuenta de que el macho estuvo a punto de perderse porque venía sin vaciar. La hembra, que se cazó después, llegó en perfecto estado, ya que se vació y su interior se rellenó con sal y plantas frescas, siguiendo los consejos de Benedito. En cuanto al lobezno, no se conservan datos en el Archivo.


La belleza y armonía del grupo de lobos evidencia el talento artístico de Luis Benedito, que fue el que se especializó en la naturalización de mamíferos, mientras que José María se dedicó a las aves. Más allá de su pericia y destreza en la taxidermia, lo que convertía la mayoría de sus montajes en obras de arte, era su talento como escultor. La utilización de una técnica innovadora como era entonces la dermoplastia, y que dominaba a la perfección, le permitía elaborar moldes del animal que reproducían magníficamente su anatomía. Todo ello unido al conocimiento de los animales con los que trabajaba, basado en el estudio y la observación, daban como resultado unos montajes admirables.


El que un siglo después la vitrina del grupo de lobos siga atrayendo a nuestros visitantes no sólo revela el esmero en la ejecución sino también el amor por la naturaleza, que impregna la composición. Viendo estos lobos tan hermosos, resulta difícil entender que el lobo se siga considerando en muchos ámbitos como un animal a batir y no un animal con el que coexistir.


Referencias bibliográficas:


Aragón, S., Casado, S. 2012. Fauna ibérica en el Museo Nacional de Ciencias Naturales: los grupos biológicos de los hermanos Benedito. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.