Un mineral verde muy singular

Autor:
  • Carmen Martínez

 

Las expediciones científicas de siglos pasados tenían un componente épico notable. Un ejemplo es la expedición mineralógica a Chile y Perú que realizaron los hermanos Conrad y Christian Heuland entre 1795 y 1800. En este viaje, financiado por la Corona española, los geólogos alemanes recorrieron más de mil kilómetros por una región tan interesante geológicamente como inhóspita, especialmente el norte de Chile. Allí colectaron un mineral desconocido hasta entonces: la atacamita. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) conserva una importante colección de ejemplares de este mineral.

 

Según el geólogo español Salvador Calderón (1851-1911), los primeros ejemplares de atacamita que fueron analizados y descritos en Europa los trajo el botánico francés Joseph Dombey del desierto de Atacama. Dombey se había embarcado en 1777 en el buque español Peruano, en una expedición botánica financiada por el gobierno español. En el Archivo General de la Marina Don Álvaro de Bazán, se consigna la carga de Dombey en dicho navío en 1784, indicando la existencia de dos cajones con arena verde (atacamita) del norte de Chile. En 1786, se publicaba un extenso estudio sobre 'una arena verde cuprosa del Perú' en la Memoria de la Academia de París. En 1797, Christian Heuland envió a España una muestra del mismo mineral, hallado en la localidad chilena de Remolinos. Durante mucho tiempo en Europa, la atacamita sólo se conoció en la forma de arena, que se usaba como un artículo de lujo para secar la letra escrita.


Existe controversia entre los geólogos sobre el origen del nombre del mineral, cuyo material tipo se conserva en la Universidad de Harvard, Massachusetts (Nº 110816). Algunos de estos ejemplares fueron analizados en Francia por el príncipe ruso Dmitriy Alekseevich Golitsyn quien identificó el nuevo mineral en 1801 y lo bautizó con el toponímico del desierto chileno. Según parece, el naturalista ruso presentó un tratado preliminar sobre la atacamita en Bruselas en el año 1796 que confirmaba las características y la fórmula química de este nuevo mineral. Sin embargo, otros autores atribuyen el origen del nombre al naturalista alemán Johann Friedrich Blumenbach.


La atacamita es un oxicloruro de cobre con un color verde muy característico. Es un mineral accesorio de los filones cupríferos, que requiere para su formación un clima árido y la existencia de minerales de cobre en el subsuelo. Un estudio reciente concluye que la formación de aguas profundas es la responsable del desarrollo de la atacamita en condiciones hiperáridas como las desarrolladas en los yacimientos del Desierto de Atacama. Aunque es muy abundante en muchos lugares del norte chileno, los ejemplares más bellos no están en Chile, sino en el sur de Australia, donde se encuentran grandes cristales bien formados. En Italia se encuentra asociada a las lavas del Vesubio.


Durante muchos años, la atacamita fue considerada como un pigmento utilizado principalmente en pinturas medievales europeas, y con bastante frecuencia en Suecia, aunque los minerales de atacamita son raros en Europa. La atacamita se puede sintetizar por varios métodos y se observa a menudo en estatuas de bronce corroídas en ambientes marinos.


Se cree que la atacamita fue intensamente buscada en tiempos precolombinos por su fácil extracción y reducción a metal. En 1899 ocurrió un hecho insólito en una mina chilena de la región Chuquicamata. Bajo un antiguo derrumbe, se localizó la momia de un minero que extraía atacamita con martillos y azadones de piedra. Increíblemente bien conservado gracias a la aridez del desierto, y a que la atacamita es un halogenuro, es decir una sal, el cadáver del infortunado minero se cubrió de óxidos de cobre que terminaron mineralizando todo su cuerpo; su piel cambió de color y minúsculos cristales, como pelos, crecieron en su superficie. A la momia del minero indio, fechada en el siglo VI, se la conoce popularmente como 'el hombre de cobre'. Llegó a ser tan famoso, que en el año 1905 el famoso banquero J. P. Morgan, decide comprarlo, para donarlo después al Museo de Historia Natural de Nueva York, donde se exhibe actualmente.

 

Gracias a los hermanos Heuland el MNCN posee una de las mejores colecciones de atacamita del mundo, tanto por la cantidad, como por la variedad y la calidad de los ejemplares. Además, de los minerales que enviaron los geólogos alemanes desde América, la colección de Geología del Museo posee otros de Canadá, Alemania y uno del Vesubio, que fue colectado en 1822, coincidiendo con la erupción del volcán. También hay ejemplares de Linares (Jaén) y Murcia.


Referencias bibliográficas:


Álvarez López, E. 1957. Dombey y la Expedición al Perú y Chile. Anales del Instituto Botánico A. J. Cabanilles, 14(1): 31-129.


Calderón, S. 1902. La atacamita de Chile. Revista Chilena de Historia Natural, VI (1): 21-25.


García Guinea, J. coord. 1987. La expedición mineralógica de los hermanos Heuland a Chile y Perú (1795-1800). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid, 93 pp.


Martín Vaqueiro, N. 2017. Expedición de los Hermanos Heuland a Chile y Perú. Espacio, tiempo y forma. Serie VI, Geografía, Tomo 10: 165-177.


Nord, A. G., Tronner, K. 2018. The Frequent Occurrence of Atacamite in Medieval Swedish Murals. Journal Studies in Conservation, 63 (8): 477-481, DOI: 0.1080/00393630.2018.1444966


Reich, M., Palacios, C., Parada, M. A., Fehn, U., Cameron, E. M., Leybourne, M. I., Zúñiga, A. 2008. Atacamite formation by deep saline waters in copper deposits from the Atacama Desert, Chile: evidence from fluid inclusions, groundwater geochemistry, TEM, and 36Cl data. Miner Deposita, 43: 663-675. DOI 10.1007/s00126-008-0184-4